Benedicto XVI: El mundo que sufre por la ausencia de Dios necesita cristianos unidos

Audiencia general en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 23 enero 2008 (ZENIT.org).- El mundo que sufre por la ausencia de Dios tiene necesidad de la unidad entre los cristianos separados en iglesias y confesiones, explicó Benedicto XVI este miércoles.

Lo aclaró durante la audiencia general en plena Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que concluirá el próximo 25 de enero, fiesta de la conversión del apóstol Pablo.

«El mundo sufre por la ausencia de Dios, por la inaccesibilidad de Dios, desea conocer el rostro de Dios», reconoció el Papa ante miles de peregrinos congregados en el Aula Pablo VI.

«Pero, ¿cómo podrían y pueden los hombres de hoy reconocer este rostro de Dios en rostro de Jesucristo si los cristianos estamos divididos, si uno enseña contra el otro, si uno está contra el otro?», preguntó.

«Sólo en la unidad podemos mostrar realmente a este mundo, que lo necesita, el rostro de Dios, el rostro de Cristo», dijo.

Cien años de ecumenismo espiritual

La intervención del pontífice sirvió para hacer un repaso de cien años de ecumenismo, pues la Semana de oración cumple un siglo de vida.

«Mientas damos gracias al Señor por estos cien años de oración y de compromiso común entre tantos discípulos de Cristo», el Papa recordó «con reconocimiento al pionero de esta providencial iniciativa espiritual», el padre Paul Wattson, anglicano estadounidense, que pasó después a la comunión plena con la Iglesia católica y fundó la comunidad de hermanos y hermanas del Atonement.

«Cuando después sopló el viento profético del Concilio Vaticano II se experimentó aún más la urgencia de la unidad –evocó–. Después de la asamblea conciliar continuó el camino paciente de la búsqueda de la plena comunión entre todos los cristianos, camino ecuménico que año tras año ha encontrado precisamente en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos uno de los momentos más apropiados y fecundos».

Según constató, «gracias precisamente a este ecumenismo espiritual –santidad de vida, conversión del corazón, oraciones privadas y pública–, la búsqueda común de la unidad ha experimentado en estas décadas un gran desarrollo, que se ha diversificado en múltiples iniciativas».

En particular, explicó, se ha pasado «del recíproco conocimiento al contacto fraterno entre miembros de diversas iglesias y comunidades eclesiales, de conversaciones cada vez más amistosas a colaboraciones en diferentes campos, del diálogo teológico a la búsqueda de formas concretas de comunión y de colaboración».

El alma del ecumenismo

Para el Papa la oración  es el alma del ecumenismo, pues «es evidente que no podemos alcanzar esta unidad únicamente con nuestras estrategias, con el diálogo y con todo lo que hacemos, aunque es sumamente necesario».

« Lo que podemos hacer es ofrecer nuestra disponibilidad y capacidades para acoger esta unidad cuando el Señor nos la da».

« Este es el sentido de la oración: abrir nuestros corazones, crear en nosotros esta disponibilidad que abre el camino a Cristo», indicó.

Según el obispo de Roma, «la oración por la unidad ha alentado y acompañado las diferentes etapas del movimiento ecuménico, particularmente a partir del Concilio Vaticano II».

Un balance

«En este período la Iglesia católica ha entrado en contacto con las demás iglesias y comunidades eclesiales de oriente y occidente con diferentes formas de diálogo, afrontando con cada una esos problemas teológicos e históricos surgidos en el transcurso de los siglos y que se han convertido en elementos de división».

«El Señor ha permitido que estas relaciones amistosas hayan mejorado el recíproco conocimiento, que hayan intensificado la comunión, haciendo al mismo tiempo más clara la percepción de los problemas que todavía quedan abiertos y que fomentan la división».

El obispo de Roma concluyó dando gracias a Dios «que ha apoyado e iluminado el camino hasta ahora recorrido», «surgido por el impuso del Espíritu Santo» y «cada día más amplio».

Benedicto XVI presidirá el 25 de enero la celebración de las segundas vísperas de la solemnidad de la conversión de san Pablo apóstol, en la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, como conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

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ZENIT Staff

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