Benedicto XVI: El mundo también hoy tiene nostalgia de Dios

Durante la ordenación de cinco nuevos obispos el pasado sábado

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ROMA, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Aunque el mundo de hoy de la espalda a Dios, sigue teniendo anhelo de Él, y con esta convicción deben los sucesores de los obispos seguir echando la “red” del Evangelio, afirmó el Papa el pasado sábado, durante la oradenación de cinco nuevos obispos en la Basílica de San Pedro.

Los nuevos prelados son: monseñor Savio Hon Tai-Fai, chino, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; monseñor Marcello Bartolucci, italiano, secretario de la Congregación para las Causas de los Santos; monseñor Celso Morga, español, secretario de la Congregación para el Clero; monseñor Antonio Guido Filipazzi, italiano, y monseñor Edgar Peña, venezolano, ambos nuncios apostolicos.

El Papa recordó a los nuevos obispos su misión de “pescadores de hombres” y de “obreros en la mies de Dios”, sin dejarse amilanar por las dificultades.

Aunque pueda parecer que “grandes partes del mundo moderno vuelven las espaldas a Dios y consideran la fe una cosa del pasado”, afirmó, “existe aún el anhelo de que finalmente se restablezcan la justicia, el amor, la paz, que la pobreza y el sufrimiento sean superados”.

“Todo este anhelo está presente en el mundo de hoy, el anhelo hacia lo que es grande, hacia lo que es bueno. Es la nostalgia del Redentor, de Dios mismo, incluso allí donde es negado”, subrayó.

Por ello, precisamente en este momento “el trabajo en el campo de Dios es particularmente urgente”, afirmó, a la vez que “sentimos de manera particularmente dolorosa la verdad de la palabra de Jesús: los trabajadores son pocos”.

Cuatro fundamentos

El Papa afirmó a los cinco ordenandos que su primera misión es “entrar en el campo de la historia humana”, sin desalentarse, recordando los “cuatro fundamentos” que desde el principio rigen a la comunidad cristiana.

El primero, afirmó, es la perseverancia en una fe que “no es una espiritualidad indeterminada” pues el obispo “no debe ser una caña de pantano que se dobla según sopla el viento, un siervo del espíritu del tiempo”.

Al contrario, subrayó, “el ser intrépido, el valor de oponerse a las corrientes del momento pertenece de modo esencial al deber del Pastor”.

El segundo, explicó Benedicto XVI, es la comunión en la Iglesia, la “cadena” de testigos que se remonta hasta los testigos oculares que pudieron “tocar” a Jesús.

“A este fin sirve el ministerio de los obispos: que esta cadena de comunión no se interrumpa. Esta es la esencia de la Sucesión apostólica: conservar la comunión con aquellos que han encontrado al Señor de modo visible y tangible y así tener abierto el Cielo, la presencia de Dios en medio de nosotros”.

El tercero es la Eucaristía, que “es el centro de la Iglesia” y de la vida de cada cristiano y de cada sacerdote. El Papa exhortó a los cinco nuevos prelados a celebrarla “con una dedicación, un fervor cada vez más profundo”, intentando plantear cada día “según su medida”, dejándose “plasmar por ella”.

El cuarto y último, recordó el Papa, es la oración. Ésta, “por una parte, debe ser muy personal, un unirme en lo más profundo a Dios. Debe ser mi lucha con Él, mi búsqueda de Él, mi acción de gracias para Él y mi alegría en Él”.

Por la otra, sin embargo, “debe nutrirse siempre de la comunión de los orantes, de la unidad del Cuerpo de Cristo, para plasmarme verdaderamente a partir del amor de Dios”, concluyó el Papa.

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ZENIT Staff

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