«Mi pensamiento se dirige ahora a la querida nación de Timor Oriental, en estos días en los la tensión y violencia han provocado víctimas y destrucción», reconoció este miércoles al final de la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano.
«Alentando a la Iglesia local y a las organizaciones católicas a proseguir, junto a las demás organizaciones internacionales, en la tarea de su compromiso de asistencia a la personas desplazadas», afirmó.
El Papa invitó a los 35.000 peregrinos presentes «a rezar a la Virgen Santa para que sostenga con su maternal protección los esfuerzos de cuantos están contribuyendo a la pacificación de los espíritus y a la vuelta de la normalidad».
Los graves disturbios de los últimos diez días entre soldados rebeldes y militares leales al gobierno causaron 23 muertos y decenas de heridos, así como decenas de miles desplazados.
La violencia estalló tras el despido de 600 soldados de los 1.400 con los que contaba el Ejército.
Con cerca de un millón de habitantes, este país consiguió su total independencia de Indonesia en 2002. La economía se encuentra en una grave crisis. Se calcula que el desempleo alcanza el 50%. El 90% de la población es católico.