Benedicto XVI: La santidad es «meta para todo estado de vida»

Recalca al recibir al dicasterio para las Causas de los Santos

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 17 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Todos los fieles son llamados «con el bautismo a la santidad, que es la meta propuesta a todo estado de vida», recuerda Benedicto XVI.

Y ayuda en este itinerario es el ejemplo de los santos, cuyo testimonio se presenta a la Iglesia universal gracias a la labor de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, apuntó el Santo Padre.

La audiencia que concedió en la mañana de este lunes al dicasterio y a su Colegio de Postuladores –acompañados de su prefecto, el cardenal José Saraiva Martins–, dio oportunidad al Papa para profundizar en la figura de los santos y los beatos.

Son quienes, «confesando con su existencia a Cristo, su persona y su doctrina, y permaneciendo estrechamente unidos a Él, son casi una ilustración viva de uno y otro aspecto de la perfección del Divino Maestro», describió Benedicto XVI.

Son «muchas hermanas y hermanos nuestros que, en toda época, hicieron de sí mismos un ofrecimiento total a Dios por su Reino», añadió.

Contemplándoles, el Papa invita a las comunidades eclesiales a advertir que, también en nuestro tiempo, es necesario que «haya testigos capaces de encarnar la perenne verdad del Evangelio en las circunstancias concretas de la vida» con la vista puesta «en la salvación del mundo entero».

Y es que –escribe Benedicto XVI en «Spe salvi»– «nuestro obrar no es indiferente ante Dios y, por tanto, tampoco es indiferente para el desarrollo de la historia».

Citó su reciente encíclica ante miembros del dicasterio, añadiendo: «Podemos abrirnos nosotros mismos y abrir el mundo para que entre Dios: la verdad, el amor y el bien. Es lo que han hecho los santos que, como «colaboradores de Dios», han contribuido a la salvación del mundo» (n.35)

Si se les presenta adecuadamente «en su dinamismo espiritual y en su realidad histórica», los santos «contribuyen a hacer más creíble y atractiva la palabra del Evangelio y la misión de la Iglesia», reconoció el Papa; de hecho, «el contacto con ellos abre el camino a verdaderas resurrecciones espirituales», a conversiones, a que surjan nuevos santos.

La Iglesia, a través de las beatificaciones y canonizaciones, «da gracias a Dios por el don de sus hijos que supieron responder generosamente a la gracia divina, les honra y les invoca como intercesores», aclaró.

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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