Benedicto XVI le anticipó al cardenal Bertone su intención de renunciar

El secretario de estado emérito habla en una entrevista sobre sus desafíos junto al papa Ratzinger

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Benedicto quería renunciar «antes de Navidad», pero tras una «posterior reflexión y oración tomó la decisión irrevocable de dar el anuncio en la memoria de la Virgen  de Lourdes», el 11 de febrero de 2013. Lo ha asegurado el cardenal Tarcisio Bertone, uno de los hombres más cercanos al papa emérito y el que fue su secretario de estado durante siete años.

Lo hizo en una entrevista concedida a Marinella Bandini, periodista de Il Giornale precisando que conoció esta noticia ya a mediados del 2012. Cuando pensaba al viaje a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud en julio de 2013. Entonces decía «soy anciano y no me siento capaz de afrontarlo».

El purpurado cuenta como vivió el periodo de la renuncia de Benedicto XVI: «El Papa había madurado la decisión desde hacía tiempo, me habló ya a mediados de 2012. Sentía el peso de la edad, sobre todo porque para gobernar la barca de Pedro y para hacer frente a los desafíos de la Iglesia en nuestro tiempo era necesario, como dijo, el vigor tanto del cuerpo como del alma». Asimismo especifica que el papa emérito quería haberlo anunciado antes de Navidad pero «yo, que era el único que lo sabía, le decía: debe publicar el volumen sobre la infancia de Jesús, no faltemos este don que hace a la Iglesia». Además, «estaba en proceso la encíclica sobre la fe y el Año de la Fe apenas iniciado, por ello buscaba insistir sobre el aplazamiento… Pero él, después de posteriores reflexiones y oraciones tomó la decisión del anuncio en la fiesta de la Virgen de Lourdes». El cardenal advierte: «Benedicto XVI ha repetido varias veces: es el Señor que guía la Iglesia. Este acto debe ser interpretado y comprendido en la fe de la Iglesia, no a través lecturas puramente humanas».

El antiguo Secretario de Estado habla también en la entrevista de su relación con Benedicto XVI. Y aunque ésta comenzó cuando vino a Roma como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, reconoce que ya le había conocido y estimado como estudioso, ya durante el Concilio. «Nuestras relaciones han sido siempre marcado por estima y confianza recíproca», afirma. Y añade «ha habido siempre una obediencia filial y una colaboración total. También en este año lo he visto varias veces, he hablado con él por teléfono. Es intelectualmente lucidísimo y dotado de una memoria extraordinaria».

Por otro lado, afirma que Benedicto XVI «será recordado como un gran Papa, también por sus iniciativas de reforma, su capacidad de comunicar alegría y su santidad personal, que tiene el sello de la ternura y la humildad. El primero que lo recuerda es precisamente el Papa Francisco que está muy unido a él también como un sabio consejero. Le quiere mucho y esto es un ejemplo para todos».

Hablando de la reforma de la Curia, el cardenal Bertone afirma que en tiempos más recientes recordamos la querida por Pablo VI, profundo conocedor de los dinamismos del gobierno central de la Iglesia, y la de Juan Pablo II». Explica que ambos dialogaron intensamente con los sujetos interesados y con las conferencias episcopales mundiales.

«Ahora la Curia con el número creciente de organismos necesita definir mejor las competencias, de operar la racionalización y de un esfuerzo de coordinación. Hasta ahora el secretario de estado es el referente entre los dicasterios y el Papa, el coordinador de la unidad de las direcciones y de la armonización de los actos», explica el cardenal. Por eso, recuerda que se ha propuesto la figura de un moderador de la curia, que debería desarrollar exactamente esta tarea, o sea que es necesario estudiar bien la cosa. Añade que el consejo de los ocho cardenales tiene entre otras cosas la difícil tarea de armonizar las diferentes funciones a los jefes de la Iglesia.

Benedicto XVI estaba concientes de la multiplicidad de organismos de la Curia y de la necesidad de coordinación y racionalización, asegura el cardenal. «Tenía presente el problema y estaba convencido de la necesidad de afrontarlo. Sin embargo, su reforma se centró en gran medida en la conversión de los corazones de la gente y se centró en cuestiones urgentes y difíciles como la de dotar a la Iglesia de la legislación contra la pedofilia, contra el blanqueo de dinero y la lucha contra el terrorismo», asegura su entonces secretario de estado.

También se afronta en la entrevista el delicado asunto del Vatileaks, a lo que el cardenal responde con precisión: «No veo en qué debería pedir perdón sobre la fuga de documentos reservados que estaban en la mesa del Papa». Anunque lamento no haber sido capaz de frenar el escándalo. Con el Papa Benedicto hemos compartido este sufrimiento y debo decir que he sentido el apoyo de su confianza. Era un ejemplo de paciencia y de rectitud de juicio. Conociendo bien mi compromiso y mi fidelidad me ha defendido siempre. También el papa Francisco en el primer encuentro en la Capilla Sixtina después de la elección me ha dicho: ‘Le doy las gracias por su fidelidad y su lealtad».

Asimismo el purpurado está convencido que «al menos en parte las decisiones de Francisco están orientadas por la lectura de las conclusiones de investigación y de sus conversaciones con Benedicto XVI, pero no creo que ese ‘dossier’ sea tan determinante». Se refiere al documento que los cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi elaboraron por encargo del papa emérito tras el escándalo de la fuga de documentos. Además cree que las decisiones de Francisco, al mismo tiempo «estén motivadas por las reflexiones hechas por los cardenales durante las congregaciones generales antes del cónclave, y de las informaciones progresivamente asumidas en la gran red de relaciones que mantiene».

Otro tema delicado que se afronta en la entrevista es el Instituto para las Obras de Religión (IOR), equivocadamente llamado el banco del Vaticano. El cardenal explica que a veces se ha atribuido un poder casi absoluto al secretario de estado, como si todo derivase de una sola voluntad de centralización, mientras hay competencias específicas ejercidas de conformidad con el Estatuto». Y recuerda que la Junta del Consejo de Superintendencia, la Dirección General y la Comisión Cardenalicia de Vigilancia desarrollan cada uno las tareas específicas.

Finalmente, el cardenal Bertone señala que no hay ningún cambio de la doctrina moral sino una actitud pastoral dirigida a las situaciones de nuestro tiempo y a los desafíos que la cultura dominante nos pone. La Iglesia Madre viene al encuentro con misericordia pero ve con claridad a las dificultades que atraviesan los jóvenes, familias y toda la sociedad.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Staff Reporter

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación