Benedicto XVI peregrina a Manoppello para mostrar la esencia del cristianismo

La búsqueda y el encuentro con el rostro de Jesús

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MANOPPELLO, viernes, 1 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Al peregrinar este viernes al Santuario del Santo Rostro de Manoppello (centro de Italia), donde se encuentra el supuesto velo con el que la Verónica habría enjugado el rostro de Jesús en su pasión, Benedicto XVI explicó que la esencia del cristianismo consiste en el encuentro con Cristo.

Ahora bien, según aclaró el mismo Papa, «para entrar en comunión con Cristo y contemplar su rostro, el rostro del Señor en el de los hermanos y en las vicisitudes de cada día, se requieren «manos inocentes y corazones puros»».

«Manos inocentes, es decir, existencias iluminadas por la verdad del amor que triunfa sobre la indiferencia, la duda, la mentira y el egoísmo; y además se requieren corazones puros, corazones seducidos por la belleza divina, como dice la pequeña Teresa de Lisieux en su oración al Santo Rostro, corazones que llevan impreso el rostro de Cristo», subrayó.

El Santo Padre llegó en helicóptero poco antes de las diez de la mañana a esta pequeña localidad enclavada en las montañas de los Abruzos, a unos 200 kilómetros de Roma, donde le esperaban unos siete mil fieles, agitando pañuelos de color blanco y amarillo.

Tras aterrizar en helicóptero cerca del Santuario, fue acogido por el arzobispo local de Chieti-Vasto, monseñor Bruno Forte, y por el rector del Santuario, el padre capuchino Carmine Cucinelli.

Saludando a las personas que se encontraban en su camino, el Papa llegó al Santuario, donde ante todo se detuvo en adoración ante la Eucaristía. Su oración continuó después ante la imagen del Santo Rostro.

Se trata de un velo de 17×24 centímetros, en el que se encuentra impresa una imagen sin que por el momento tenga una explicación científica, pues los estudios realizados confirman la inexistencia de pintura.

A continuación, el Papa dirigió un discurso en el que constató que para vivir «en Dios ya en esta tierra», es necesario dejarse transformar «por el fulgor de su rostro».

«Esta es la experiencia de los auténticos amigos de Dios, los santos, que han reconocido y amado en los hermanos, en especial en los más pobres y necesitados, el rostro de ese Dios al que han contemplado durante mucho tiempo con amor en la oración», constató.

Al final de su discurso, el Papa dirigió también un llamamiento a respetar la naturaleza, «gran don de Dios que aquí podemos admirar al contemplar las estupendas montañas que nos rodean».

«Ahora bien, este don esta cada vez más expuesto a serios riesgos de degradación ambiental y por tanto debe ser defendido y tutelado», advirtió en el día en el que la Iglesia católica en Italia celebraba la Jornada de la Salvaguarda de la Creación.

El arzobispo Forte, teólogo miembro de la Comisión Teológica Internacional, antes presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, regaló al pontífice un icono del Santo Rostro realizado por la iconógrafa sor Blandina Pascalis Shlöemer, quien ha demostrado que la imagen de la Sábana Santa de Turín se sobrepone perfectamente al Santo Rostro de Manoppello (con más de diez puntos de referencia).

Los padres capuchinos, a quienes se les ha confiado el Santuario, entregaron al pontífice una reproducción de la imagen de la reliquia.

Tras saludar a los presentes, en particular a los jóvenes, a quienes invitó a buscar siempre el Rostro de Jesús, el obispo de Roma regresó a Castel Gandolfo en helicóptero.

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ZENIT Staff

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