Benedicto XVI pide acabar con la carrera de armamentos nucleares

En los cincuenta años de la Agencia Internacional para la Energía Atómica

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CASTEL GANDOLFO, domingo, 29 julio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI lanzó este domingo un llamamiento al desarme nuclear y pidió que los recursos ahorrados con este compromiso sirvan para ayudar a los más pobres.

Sus palabras, que recordaron los 50 años exactos de la fundación de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, fueron escuchadas por miles de peregrinos en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo antes de rezar el Ángelus.

Recordando el artículo II de su Estatuto, explicó que entre los objetivos de esta agencia de las Naciones Unidas está el de «promover y aumentar la contribución de la energía atómica a las causas de la paz, de la salud y de la prosperidad en todo el mundo».

«La Santa Sede, que aprueba plenamente las finalidades de este organismo, es miembro desde su fundación y sigue apoyando su actividad», explicó a los peregrinos, muchos de lo cuales tuvieron que seguir sus palabras desde la plaza contigua de esta localidad situada a unos 30 kilómetros al sur de Roma por no encontrar espacio.

«Los cambios históricos acaecidos en los últimos cincuenta años –subrayó– subrayan cómo, en el difícil cruce de caminos en el que se encuentra la humanidad, cada vez es más actual y urgente el compromiso por alentar la no proliferación de armas nucleares, promover un progresivo y compartido desarme nuclear y favorecer el uso pacífico y seguro de la tecnología nuclear a favor de un auténtico desarrollo, que respete el ambiente y que esté siempre atento a las poblaciones más desfavorecidas».

El obispo de Roma deseó que «tengan éxito los esfuerzos de quienes trabajan para perseguir con determinación estos tres objetivos, con el objetivo de que los recursos ahorrados de este modo puedan emplearse en proyectos de desarrollo en favor de todos los habitantes y, en primer lugar, de los más pobres».

Citando el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2438), confirmó que «es preciso sustituir la carrera de armamentos por un esfuerzo común para movilizar los recursos hacia objetivos de desarrollo moral, cultural y económico redefiniendo las prioridades y las escalas de valores».

Asimismo pidió que «los conocimientos científicos y técnicos se apliquen siempre con sentido de responsabilidad y por el bien común, en el pleno respeto del derecho internacional».

Concluyó su intervención pidiendo oraciones «para que los hombres vivan en paz, y todos se sientan hermanos, hijos de un único Padre: Dios».

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ZENIT Staff

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