Benedicto XVI pide apoyo a la Iglesia greco-católica en Ucrania

Para favorecer la «reconciliación» y la «fraternidad» con los ortodoxos

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 23 junio 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pidió este jueves ayudar a los católicos de rito oriental de Ucrania, que han salido de los difíciles años de la persecución comunista, para promover la reconciliación con los cristianos de esas tierras, en su mayoría ortodoxos.

El Santo Padre hizo este llamamiento al recibir a los participaciones en la asamblea general de la Reunión de Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO, por sus siglas en italiano), comité de agencias de varios países que se comprometen a ayudar a todos los niveles a los católicos orientales.

Además de la Catholic Near East Welfare Association (con sede en Estados Unidos), aprobada por el Papa Pío XI en 1928, y a la Misión Pontificia para Palestina (Estados Unidos), creada en 1949, forman parte de la ROACO agencias que recogen ayudas en Alemania, Francia, Suiza, Países Bajos y Austria.

«En estos días habéis examinado en particular la situación la situación de la Iglesia greco-católica en Ucrania», constató el pontífice al dirigir un discurso a los presentes, entre quienes se encontraba el cardenal patriarca Ignace Moussa Daoud, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y el arzobispo mayor de Lvov, el cardenal Lubomyr Husar.

El obispo de Roma reconoció que el «desarrollo continuo, tras el triste invierno del régimen comunista», de la Iglesia greco-católica es un «motivo de esperanza, pues la antigua y noble herencia espiritual, que custodia la comunidad greco-católica, constituye un auténtico tesoro para el progreso de todo el pueblo ucraniano».

«Por tanto, os digo: apoyad su camino eclesial y favoreced todo lo que ayuda a la reconciliación y a la fraternidad entre los cristianos de la querida Ucrania», exhortó.

«Desde los inicios del anuncio cristiano –recordó– las comunidades cristianas necesitadas y pobres han experimentado formas de apoyo por parte de las más afortunadas».

«En este momento, caracterizado con frecuencia por empujes hacia el individualismo, resulta todavía más necesario el que los cristianos ofrezcan el testimonio de una solidaridad que supere toda frontera para construir un mundo dentro del cual todos se sientan acogidos y respetados», subrayó el sucesor de Pedro.

De este modo, siguió diciendo, los cristianos se convertirán en «difusores de amor auténtico, amor que libera y que lleva por doquier esa alegría que «nadie puede quitar», pues procede del Señor».

El Papa agradeció en particular la ayuda que la ROACO ofrece para la formación de sacerdotes, religiosos y seminaristas de las Iglesias católicas de Oriente que estudian en Roma (unos quinientos) y en sus países de origen.

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ZENIT Staff

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