Benedicto XVI presenta el matrimonio como «patrimonio de la humanidad»

Los hijos tienen el derecho de nacer en una familia fundada sobre esta institución

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha asegurado que «los hijos tienen el derecho de nacer y crecer en el seno de una familia fundada sobre el matrimonio».

Por este motivo, el obispo de Roma invita a la comunidad eclesial a «presentar en toda su riqueza el valor extraordinario del matrimonio que, como institución natural, es «patrimonio de la humanidad»».

Fue la consigna que dejó este sábado a los participantes en el encuentro de los presidentes de las Comisiones Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina, organizado por el Consejo Pontificio para la Familia, cuyo presidente es el cardenal Alfonso López Trujillo.

En el discurso que les dirigió en español, el Papa denunció «el fenómeno actual de la secularización» que «impide a la conciencia social llegar a descubrir adecuadamente la identidad y misión de la institución familiar».

De este modo, reconoció, se han aprobado últimamente en diferentes países «leyes injustas que desconocen los derechos fundamentales de la misma».

«Se han llegado a proponer nuevas formas de matrimonio, algunas de ellas desconocidas en las culturas de los pueblos, en las que se altera su naturaleza específica», dijo, en referencia implícita al así llamado «matrimonio» entre parejas homosexuales.

«Verdaderamente, los hijos son la mayor riqueza y el bien más preciado de la familia –dijo–. Por eso es necesario ayudar a todas las personas a tomar conciencia del mal intrínseco del crimen del aborto que, al atentar contra la vida humana en su inicio, es también una agresión contra la sociedad misma».

Por este motivo, aclaró, la Iglesia recuerda a «los políticos y legisladores, como servidores del bien social», su deber «de defender el derecho fundamental a la vida, fruto del amor de Dios».

Cuando se olvida esto, se facilita «la eliminación del embrión o su uso arbitrario en aras del progreso de la ciencia», que sin ética «se convierte en una amenaza para el ser humano mismo, quedando reducido a un objeto o a un mero instrumento».

«Cuando se llega a estos niveles se resiente la misma sociedad y se estremecen sus fundamentos con toda clase de riesgos», reconoció.

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ZENIT Staff

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