CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 de enero de 2010 (ZENIT.org).- La fraternidad, como explicó Benedicto XVI este domingo, constituye un modelo de sociedad que se fundamenta en la conciencia de que todos tenemos un solo Padre.
Y esta conciencia, aclaró tras haber bautizado a 14 recién nacidos, es fruto del sacramento del Bautismo, por el que «el hombre se convierte realmente en hijo, hijo de Dios».
Al rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus junto a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el obispo de Roma constató que «del Bautismo se deriva también un modelo de sociedad: la de los hermanos«.
Hablando desde la ventana de su estudio, el pontífice subrayó que «la fraternidad no se puede establecer a través de una ideología y mucho menos por el decreto de un poder constituido».
«Nos reconocemos hermanos a partir de la humilde y profunda conciencia del ser hijos del único Padre celestial», aseguró.
«Como cristianos, gracias al Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, se nos ha dado el don y el compromiso de vivir como hijos de Dios y como hermanos, para ser como ‘levadura’ de una humanidad nueva, solidaria y llena de paz y esperanza».
A partir del Bautismo, «el fin de su existencia consiste en alcanzar de manera libre y consciente aquello que desde el inicio constituye el destino del hombre».
El sucesor de Pedro sintetizó el programa de vida que plantea el Bautismo con esta fórmula: «Conviértete en lo que eres».
«Representa el principio educativo básico de la persona humana redimida por la gracia», añadió.