Benedicto XVI promueve la colaboración con ortodoxos y musulmanes en Montenegro

Y pide el reconocimiento debido a la comunidad católica de esa república

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 22 enero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI alentó este lunes el diálogo con las comunidades ortodoxas y los musulmanas en Montenegro y pidió el pleno reconocimiento para la comunidad católica de esa antigua república yugoslava que ha recuperado su independencia.

El Papa recibió las cartas credenciales del primer embajador ante la Santa Sede de ese país, que entabló relaciones diplomáticas con la Santa Sede el 16 de diciembre de 2006, Antun Sbutega, antiguo profesor universitario de economía, que de 1994 a 2005 trabajó en la Pontificia Obra Misionera de San Pedro Apóstol, de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

En el discurso que dirigió al representante de Podgorica, el Papa alentó las relaciones con la comunidad ortodoxa, mayoritaria, y definió Montenegro, puente entre Europa oriental y occidental, «como lugar privilegiado de ese encuentro ecuménico que es deseado por todos».

La Sede Apostólica, aseguró el Papa, busca «un dialogo fraterno con la Ortodoxia, tan presente y viva en el país», reconoció el obispo de Roma.

«El encuentro entre cristianos y musulmanes también ha encontrado en Montenegro realizaciones convincentes», constató, en referencia a la importante comunidad de esa religión que forma parte de esa República, con algo más de 630 mil habitantes.

Recordando que hace más de un siglo Montenegro, con el apoyo de la Iglesia Ortodoxa, ya había reconocido plenamente la vida y los objetivos de la comunidad católica, el pontífice calificó ese hecho como «útil para la soberanía del Estado y apreciado por la misión específica de la Iglesia».

«En plena cordialidad como en los siglos pasados, es posible establecer esos acuerdos que benefician al país y a la comunidad católica, sin menoscabar los legítimos derechos de otras comunidades religiosas», afirmó el Santo Padre.

«Este es el camino emprendido por la Europa de hoy que su país quiere recorrer con tanta esperanza», constató.

Como reconoció Benedicto XVI, «cada católico es consciente de las prerrogativas del Estado, pero al mismo tiempo es consciente de los propios deberes en relación con los imperativos evangélicos».

El nombre Montenegro para referirse a la actual República comenzó a utilizarse en el siglo XV, cuando la dinastía Crnojevic comenzó a gobernar el Principado de Zeta. En los siglos siguientes, bajo la influencia de Venecia se formó el Principado de Montenegro, un estado teocrático liderado por el príncipe-obispo de Cetinje o vladika. En 1852, el vladika Danilo II Petrović Njegoš convirtió al país en un principado.

El 21 de mayo de 2006, Montenegro, invocando su derecho, en virtud de la Constitución de Serbia y Montenegro (de la que formaba parte tras la desintegración de la antigua República de Yugoslavia), convocó un referéndum de independencia, que recibió el apoyo del 55,5% de los votantes.

El Parlamento de Montenegro proclamó la independencia del Estado el 3 de junio de 2006. Éste fue reconocido en los días posteriores por diversos estados del mundo, incluyendo Serbia, el 15 de junio. Ingresó como el 192º miembro de la Organización de las Naciones Unidas, el 28 de junio.

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ZENIT Staff

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