Benedicto XVI recoge los primeros frutos del Año Sacerdotal

Personificados en las figuras del cura de Ars y de Jerzy Popieluszko

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 13 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, pensando en los 15 mil sacerdotes que vinieron a Roma este viernes con motivo de la conclusión del Año Sacerdotal, considera que estos doce meses han servido para redescubrir en el sacerdote al primer obrero «de la civilización del amor».

Ahora bien, dirigiéndose a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, aseguró que la mayoría de los frutos de este Año Sacerdotal aún están por llegar y se concretizarán sobre todo en la transformación de sacerdotes en «primeros obreros de la civilización del amor».

Sintetizando el impacto de este Año, que tendrá un papel decisivo en este pontificado, el Papa dio «gracias a Dios por todos los beneficios que este Año ha producido en la Iglesia universal. Nadie podrá medirlos nunca, pero ciertamente ya se ven y se verán todavía más los frutos».

Este año, centrado en la «santificación sacerdotal», añadió, ha subrayado que «el sacerdote es un don del Corazón de Cristo: un don para la Iglesia y para el mundo».

«Del Corazón del Hijo de Dios, desbordante de caridad, proceden todos los bienes de la Iglesia, y en él tiene su origen la vocación de esos hombres que, conquistados por el Señor Jesús, lo dejan todo para dedicarse totalmente al servicio del pueblo cristiano, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor».

Como dijo el obispo de Roma, «el sacerdote queda plasmado por la misma caridad de Cristo, por ese amor que le llevó a dar la vida por sus amigos y a perdonar a sus enemigos».

Por este motivo, dijo destacando la propuesta que surge de este año, «los sacerdotes son los primeros obreros de la civilización del amor».

Al pronunciar estas palabras, el Papa pensaba «en tantos modelos de sacerdotes, conocidos y menos conocidos, algunos elevados al honor de los altares; en otros casos, su recuerdo permanece indeleble en los fieles, quizá en una pequeña comunidad parroquial».

En particular mencionó al cura de Ars, Juan María Vianney (los 150 años de su fallecimiento ha servido para convocar el Año Sacerdotal) y al padre Jerzy Popieluszko, sacerdote polaco, martirizado en 1984 por agentes de inteligencia, beatificado el 6 de junio.

«Ejerció su generoso y valiente ministerio junto a quienes se comprometían por la liberad, por la defensa de la vida y de su dignidad», recordó el Papa al hablar del capellán del sindicato Solidarnosc.

«Esta obra al servicio del bien y de la verdad era un signo de contradicción para el régimen que entonces gobernaba Polonia. El amor del Corazón de Jesús le llevó a dar la vida, y su testimonio ha sido semilla de una nueva primavera en la Iglesia y en la sociedad», aclaró Benedicto XVI.

«Si analizamos la historia, podemos observar cuántas páginas de auténtica renovación espiritual y social han sido escritas con la contribución decisiva de sacerdotes católicos, alentados sólo por la pasión por el Evangelio y por el hombre, por su auténtica libertad, religiosa y civil»

«¡Cuántas iniciativas de promoción humana integral han comenzado por la intuición de un corazón sacerdotal!», concluyó, sintetizando los frutos esperados de este Año Sacerdotal, que ha llamado «a todos los sacerdotes del mundo para que, con la fuerza del Evangelio, sigan edificando en todo lugar la civilización del amor».

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ZENIT Staff

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