Benedicto XVI: San Benito, una propuesta para inicios de milenio

Palabras antes y después de rezar el Ángelus

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 julio 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió este domingo Benedicto XVI desde la ventana de su estudio a unos 40.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus.

* * *

Queridos hermanos y hermanas:

Mañana se celebra la fiesta de san Benito abad, patrono de Europa, un santo al que por el que siento un amor particular, como se puede intuir por haber elegido su nombre. Nacido en Nursia, en torno al año 480, Benito realizó sus primeros estudios en Roma, pero decepcionado por la vida de la ciudad, se retiró a Subiaco, donde permaneció durante unos tres años en una cueva –el famoso «Sacro Speco»– dedicándose totalmente a Dios. En Subiaco, sirviéndose de las ruinas de una ciclópea villa del emperador Nerón, junto a sus primeros discípulos, construyó unos monasterios, dando vida a una comunidad fraterna fundada en la primacía del amor de Cristo, en la que la oración y el trabajo se alternan armoniosamente en alabanza de Dios. Años después, en Montecassino, dio plena forma a este proyecto, y lo puso por escrito en la «Regla», su única obra que ha llegado hasta nosotros. Entre las cenizas del Imperio Romano, Benito, buscando antes que nada el Reino de Dios, sembró, quizá sin ni siquiera darse cuenta, la semilla de una nueva civilización, que se desarrollaría, integrando los valores cristianos con la herencia clásica, por una parte, y de las culturas germánica y eslava por otra.

Hay un aspecto típico de su espiritualidad, que hoy quisiera subrayar de manera particular. Benito no fundó una institución monástica orientada principalmente a la evangelización de los pueblos bárbaros, como los demás grandes monjes misioneros de la época, sino que indicó a sus seguidores como objetivo fundamental de la existencia, es más, el único, la búsqueda de Dios: «Quaerere Deum». Sin embargo, sabía que cuando el creyente entra en relación profunda con Dios no puede contentarse con vivir de manera mediocre, con una ética minimalista y una religión superficial. Desde esta perspectiva, se entiende mejor la expresión que Benito tomó de san Cipriano y que, en su «Regla» (IV, 21), sintetiza el programa de vida de los monjes: «Nihil amori Christi praeponere», «No anteponer nada al amor de Cristo». En esto consiste la santidad, propuesta válida para cada cristiano, que se ha convertido en una auténtica urgencia pastoral en nuestra época, en la que se experimenta la necesidad de anclar la vida y la historia en sólidas referencias espirituales.

María es modelo sublime y perfecto de santidad, que vivió en constante y profunda comunión con Cristo. Invoquemos su intercesión, junto a la de san Benito, para que el Señor multiplique también en nuestra época hombres y mujeres que, a través de una fe iluminada, testimoniada en la vida, sean en este nuevo milenio sal de la tierra y luz del mundo.

[Después de rezar el Ángelus, el Papa dijo:]

Experimentamos todos profundo dolor por los atroces atentados terroristas de Londres del jueves pasado. Rezamos por las personas asesinadas, por los heridos y sus seres queridos. Pero rezamos también por los autores del atentado: que el Señor toque sus corazones. A cuantos fomentan sentimientos de odio y a quienes llevan a cabo acciones terroristas tan repugnantes, les digo: Dios ama la vida, que ha creado, no la muerte. ¡Deteneos, en nombre de Dios!

Mañana viajaré al Valle de Aosta, donde pasaré un breve período de descanso. Me hospedaré en la casa que muchas veces acogió al Papa Juan Pablo II. Doy las gracias a quienes me acompañan con la oración, y a vosotros os digo con afecto: «¡Hasta pronto!» («arrivederci!»).

[A continuación, el Santo Padre dirigió su saludo en varios idiomas. En castellano dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. En este tiempo veraniego, invito a todos a acoger con gozo la semilla del Evangelio, para que Cristo sea luz y fuente paz en cada uno de vosotros, en vuestras familias y en todos los pueblos de la tierra. Feliz Domingo y feliz verano.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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