Benedicto XVI se encuentra con más de 400.000 miembros de nuevos movimientos

En la vigilia de Pentecostés, en la plaza de San Pedro del Vaticano

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 junio 2006 (ZENIT.org).- El encuentro de Benedicto XVI con más de 400.000 miembros de nuevos movimientos y comunidades eclesiales, que tuvo lugar en la tarde de este sábado, se convirtió en una manifestación de la unidad en la diversidad propia de la Iglesia católica.

Era el segundo encuentro de estas características, después del convocado en Pentecostés de 1998 por Juan Pablo II. En esta ocasión, llegaron hasta la plaza de San Pedro representantes de algo más de cien nuevas realidades eclesiales (dos veces más que hace ocho años).

La multitud, de las diferentes razas y orígenes sociales, no pudo ser abrazada por la columnata de Bernini y se extendía como un río humano por la Vía de la Conciliación y las calles adyacentes.

«Si vemos esta asamblea, aquí, en la plaza de san Pedro», reconoció el Papa en una homilía dedicada a explicar la obra del Espíritu Santo, «nos damos cuenta de que Él suscita siempre nuevos dones, vemos cómo son diversos los órganos que crea, y como actúa siempre de nuevo corporalmente».

«Pero en él la multiplicidad y la unidad van juntas –aclaró–. Él sopla donde quiere. Lo hace de manera inesperada, en lugares inesperados, y de formas que antes no se habían imaginado».

El viento y una temperatura bastante más baja que la habitual para esas fechas parecían acompañar las palabras del Santo Padre, pronunciadas cuando el sol estaba llegando a su ocaso.

«La multiformidad y la unidad son inseparables», aseguró. El Espíritu Santo «quiere vuestra multiformidad, y os quiere para el único cuerpo, en la unión con los órdenes duraderos –las junturas– de la Iglesia, con los sucesores de los apóstoles, y con el sucesor de san Pedro».

«¡Participad en la edificación del único cuerpo!», exhortó a los movimientos. «Los pastores prestarán atención para no apagar al Espíritu y vosotros no dejaréis de llevar vuestros dones a toda la comunidad».

El Papa alentó también el «empuje misionero» de los movimientos. «Quien ha encontrado lo que es verdadero, bello y bueno en su propia vida –¡el único tesoro, la perla preciosa!–, corre para compartirlo por doquier, en la familia, en el trabajo, en todos los ambientes de su propia existencia».

Por eso, el Papa pidió a los movimientos y comunidades «ser aún más, mucho más, colaboradores en el ministerio apostólico universal del Papa, abriendo las puertas a Cristo».

«Este es el mejor servicio de la Iglesia a los hombres y de manera totalmente particular a los pobres para que la vida de la persona, un orden más justo en la sociedad y la convivencia pacífica entre las naciones, encuentren en Cristo la «piedra angular» sobre la cual construir la auténtica civilización, la civilización del amor».

Algunos de los peregrinos habían llegado muchas horas antes a la plaza de San Pedro para poder escuchar más de cerca la palabra del Papa. Otros le siguieron de lejos a través de grandes pantallas.

Antes de llegar el Santo Padre, se recordó con un vídeo algunos de los momentos del encuentro de Pentecostés de 1998 con Juan Pablo II.

Siguieron testimonios y reflexiones sobre los compromisos surgidos del segundo congreso de movimientos eclesiales y nuevas comunidades celebrado del 31 de mayo al 2 de junio en Rocca di Papa sobre «La belleza de ser cristianos y la alegría de comunicarlo».

Fueron expuestos por Salvatore Martínez, coordinador nacional de la Renovación en el Espíritu Santo en Italia, y por Maria Luigia Corona, cofundadora de la Comunidad Misionera de Villaregia.

Un matrimonio del «Regnum Christi» dirigió el tercer misterio glorioso del Rosario, «La venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y su Iglesia».

Cuando el Papa llegó, comenzó el rezo litúrgico de las vísperas. Una representante de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, leyó un mensaje dirigido al Papa por los movimientos.

A continuación Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, el sacerdote Julián Carrón, presidente de la fraternidad de Comunión y Liberación, y Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal; comentaron los dos salmos y el cántico del Apocalipsis de las vísperas.

Tras la homilía del Papa, se dio paso a la memoria litúrgica del sacramento de la Confirmación, caracterizada por el rito del fuego, por la invocación del Espíritu Santo y por la profesión de fe.

Al final, los movimientos dieron gracias al Papa con las palabras de Luis Fernando Figari, fundador del Movimiento de Vida Cristiana, y de Patti Gallagher Mansfield, de la Renovación Carismática Católica.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación