Benedicto XVI tiene una «gran sensibilidad» por los medios de comunicación, constata su portavoz

El portavoz vaticano explica cómo se gestionó la información con la muerte de Juan Pablo II

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ROMA, domingo, 30 abril 2006 (ZENIT.org).- Según Joaquín Navarro-Valls, portavoz vaticano, Benedicto XVI tiene una gran «sensibilidad» por los medios de comunicación.

El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede llegó a esta conclusión el sábado, en la sesión de clausura del quinto Seminario Profesional de Oficinas de Información de la Iglesia, celebrado en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma.

«En la vida del Papa he encontrado una gran sensibilidad hacia el mundo de los medios de comunicación», afirmó su portavoz. «Es un intelectual y conoce los límites de los medios, pero este conocimiento no le impide tener una gran preocupación por este mundo».

Él mismo reveló que, si compara su trabajo con el que realizaba en tiempos de Juan Pablo II, «tengo el mismo acceso directo no sólo a la persona sino también al proceso de decisiones».

El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede comentó que este viernes, 28 de abril, había estado «discutiendo casi una hora con el Papa sobre el tema de los medios de comunicación –bueno, discutiendo no, no se discute con un Papa», se corrigió bromeando.

En esta conversación con el Santo Padre «traté de transmitir un aspecto al Papa: cuando en la vida de una persona –también de un periodista– se eleva el nivel moral, lo que produce también es mejor».

En relación a su intención de dejar el cargo que ocupa desde hace 22 años, Joaquín Navarro-Valls avisó que «no quiero dar grandes noticias» y comentó que «el Santo Padre conoce bien mis deseos en este momento y yo conozco muy bien cuáles son los deseos del Santo Padre».

El portavoz vaticano, Joaquín Navarro-Valls, narró la «untold story» (la historia no contada) de los meses que precedieron a la muerte de Juan Pablo II, explicando cómo fue la infraestructura y la estrategia comunicativa que se siguió en esos momentos desde la Sala de Prensa de la Santa Sede.

El problema que se planteó los meses anteriores al 2 de abril del 2005 (día en qué falleció el Papa) era «cuándo había que activar la estructura de comunicación».

Navarro-Valls confesó que sabían que desde el momento en el que decidieran anunciar que la Sala Prensa quedaba abierta 24 horas al día, la ciudad de Roma «se llenaría inmediatamente de periodistas» y le parecía «una injusticia» crear una alarma cuando no la había.

Por este motivo, este dispositivo sólo se activó dos días antes de la muerte del Papa, después de que los médicos dieran su parecer ante la evolución irremediable de la enfermedad.

Para Navarro-Valls, todos los dispositivos informativos no sirven para nada «si falta el factor previo e imprescindible, que es el acceso a las personas: si el comunicador no tiene acceso a los hechos, el resto no es creíble». Por ello, él mismo iba todos los días a ver al Papa antes de informar a los periodistas.

Una de las cuestiones morales y comunicativas que se planteó Navarro-Valls y su equipo fue cómo se tenía que contar el final de la vida terrena del pontífice. Decidieron contarlo tal y como fue, aseguró.

Navarro-Valls considera que hay una «enorme coherencia entre la comunicación del final del pontificado de Juan Pablo II con los años precedentes: no hizo falta inventarse nada».

«¿Habría aprobado Juan Pablo II la estrategia informativa de aquellos días?», se preguntó en voz alta, y reveló que «nunca se había hablado de esto con el Papa».

«Con mis colaboradores tratamos de informar de manera coherente con todo el pontificado», concluyó.

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ZENIT Staff

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