Benedicto XVI visita este domingo Nápoles, ciudad de la Camorra

El pontífice afrontará graves problemas sociales

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CIUDAD DEL VATICANO/NÁPOLES , jueves, 18 octubre 2007 (ZENIT.org).- La visita del Papa a Nápoles ayudará a que desaparezca el sentimiento de desorientación ante los abundantes problemas sociales, afirma el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de la ciudad.

Benedicto XVI, acogiendo la invitación del cardenal Sepe, realizará una visita pastoral a esta ciudad en la que opera la mafia conocida con el nombre de Camorra, el domingo 21 octubre.

El Santo Padre inaugurará el XXI Encuentro Internacional Interreligioso por la Paz, promovido por la Comunidad de San Egidio.

La ciudad dará la bienvenida a más de trescientos líderes de diferentes religiones, provenientes de unos setenta países, que participarán en mesas redondas y otras iniciativas programadas para este Encuentro Interreligioso, querido hace veintiún años por Juan Pablo II, y celebrado por primera vez en Asís.

«La presencia de Benedicto XVI, su ánimo, nos ayudará a transformar nuestras potencialidades en energía, a encontrar un itinerario original al que confiar el futuro de nuestra ciudad», dice el purpurado en una entrevista al diario vaticano «L’Osservatore Romano» (14 de octubre de 2007).

El Papa visitará por la tarde del 21 de octubre la catedral de la ciudad y en especial la Capilla del Tesoro de San Genaro, para orar ante las reliquias de este santo mártir, que goza en Nápoles de un fervoroso culto, como «acto de homenaje a la historia de fe y devoción de nuestro pueblo», dijo el cardenal Sepe.

Para favorecer la preparación del evento, los departamentos de la diócesis han pensado en material, y se han programado encuentros semanales de catequesis bíblica para estudiar los temas del primado petrino y la comunión de la Iglesia con el vicario de Cristo; se han organizado también congresos sobre el significado y la importancia de la visita papal.

Entre los objetivos pastorales, el purpurado subraya la necesidad de ahondar «la forma pastoral de nuestra fe», «a partir de la centralidad de la persona humana».

Esto se debe a que la visita será «una oportunidad misionera única y de gran alcance […] para una evangelización a gran escala, para encauzar muchos de los problemas existentes: la plaga del paro y del trabajo sumergido, la criminalidad organizada que condiciona la actividad empresarial; el individualismo y el nepotismo exasperado, que trata de resolver por su cuenta males comunes, la ilegalidad difusa en varios niveles».

Sobre la relación entre la Iglesia y los jóvenes, protagonistas, entre otras cosas, de la preparación espiritual de la visita del Papa, el cardenal Sepe subraya la urgencia de dar a los jóvenes «una formación humana y espiritual» y en este proyecto hay que integrar los esfuerzos «por crear un centro juvenil en cada parroquia».

El purpurado ofrece la colaboración de la Iglesia «con las instituciones para realizar talleres de informática en los barrios más difíciles».

«Los jóvenes son nuestro futuro y son aquellos que podrán obtener del encuentro con Benedicto XVI los mejores frutos espirituales», añade.

Por esta razón, ha sido organizada la víspera una Vigilia de Oración con cantos, música y momentos de testimonio y reflexión, denominada «De plaza en plaza… te lo anuncio», en una de las zonas periféricas de la ciudad, en la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo en Ponticelli.

En cuanto a los problemas sociales que atormentan a Nápoles, el purpurado alza su voz contra quien recurriendo a las armas para avasallar y matar «desvela sólo su trágica impotencia, la incapacidad de influir por sí mismo, de abrirse camino contando con las propias fuerzas» y «una derrota previa».

Elegido hace poco más que un año arzobispo de Nápoles, el cardenal Sepe recuerda que quiso entrar en la diócesis partiendo de Scampia, uno de los barrios más degradados y problemáticos, escenario también de las venganzas entre grupos de la Camorra (mafia napolitana), para «lanzar un signo de esperanza, claro e inequívoco, para superar toda posible forma de frustración y desánimo».

Y, al mismo tiempo, añade, para suscitar «aquellas condiciones necesarias para la recuperación y recalificación del territorio, haciendo emerger todas aquellas energías y recursos, a veces inexpresados y amortiguados, pero que son la verdadera alma del pueblo napolitano».

Justo en este contexto, hay muchas iniciativas y proyectos puestos en marcha en favor de los menores, inmigrantes, presos, parados, ancianos, y sin techo.

El purpurado cita la realización de una sección para el tratamiento de leucemias infantiles donado por la Empresa Hospitalaria Pediátrica Santobono-Pausillipon, y creado gracias a la subasta de los regalos recibidos por el cardenal Sepe durante su apostolado, además de la recogida de donativos destinados a la Casa de Acogida para Niños Enfermos de Sida de Chiang Mai, en Tailandia.

Sobre todo, la visita del Santo Padre servirá para relanzar el compromiso de «reaccionar, dejarse implicar, transformar según el diseño de Dios incluso la realidad de una ciudad como Nápoles, que tiene inmensos recursos quizá adormecidos».

A este respecto, sobre el Encuentro Interreligioso promovido por San Egidio y que se celebrará del 21 al 23 de octubre, el purpurado afirma que «este evento, puede demostrar que la paz es posible, […] y que es un mensaje universal del que Nápoles se hará promotora».

«No estamos condenados al pesimismo y a la violencia. Nápoles será intérprete de un mensaje de paz y contribuiremos a relanzar su imagen en el mundo», subrayó.

El evento servirá para dar «un salto moral y cultural que necesita la ciudad» y hará de Nápoles «un centro importante en el diálogo ecuménico e interreligioso».

Para concluir, dice el cardenal Sepe, «queremos volver a partir de la enseñanza de Benedicto XVI […] queremos volver a empezar con una nueva esperanza y no disipar las energías, no dejarnos llevar de actitudes y sensaciones de desorientación, de confusión y de pesimismo, para compartir ‘juntos’ la gran responsabilidad de crear un futuro mejor».

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ZENIT Staff

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