Bielorrusia: Benedicto XVI acepta la renuncia al gobierno pastoral de un «mártir» en vida

El cardenal Kazimierz Swiatek sufrió el destierro y los trabajos forzados en Siberia

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 15 junio 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Minsk-Mohilev, en Bielorrusia, que le ha presentado el cardenal Kazimierz Swiatek, quien en octubre cumplirá 92 años de edad, diez de ellos vividos en los gulags soviéticos.

Según informó este miércoles la Oficina de Información de la Santa Sede, el Papa ha nombrado como administrador apostólico «sede vacante», a monseñor Antoni Dziemianko, obispo auxiliar de Minsk-Mohilev.

El 27 de septiembre de 2004 Juan Pablo II entregó al cardenal Swiatek el premio «Testigo de la fe» («Fidei testis») conferido por el Instituto Pablo VI para reconocer el heroísmo en la vivencia de su fe.

«Sólo se podía resistir con la fe», explica el cardenal cuando se le pregunta cómo pudo resistir los campos de trabajos forzados.

Kazimierz Swiatek, nacido en 21 de octubre de 1914, fue ordenado sacerdote el 8 de abril de 1939, pocos meses antes de que el ejército ocupara la parte oriental de Polonia en la que se encontraba su parroquia.

Fue arrestado en la prisión de Brzesc y en dos meses interrogado 59 veces. El 21 de junio de 1941 fue liberado por la gente del lugar aprovechando el desorden provocado por la ofensiva alemana.

Regresó a pie a su parroquia, pero la encontró ocupada por la Gestapo, que le creó mil problemas en el ejercicio de su ministerio sacerdotal.

Cuando en 1944 se acercaba la ofensiva de la Armada Roja soviética, el padre Swiatek se negó a escapar para quedarse con sus parroquianos. Fue arrestado y encerrado en prisión de Minsk, donde pasó cinco meses.

«No me fusilaron porque, como dijeron, no querían derrochar una bala conmigo», reveló en una pasada entrevista concedida a Zenit.

Fue condenado a diez años de trabajos forzados. En septiembre de 1945 fue internado en el campo de trabajo de Marwinsk, en Siberia oriental, donde permaneció durante dos años.

Al ver que era capaz de aguantar el trabajo y el frío, le trasladaron al campo de Workuta, en el Ártico, donde hacía obras de construcción, con un frío terrible y con poquísima comida.

Tras la persecución comunista, como recordó el Papa en su discurso este lunes, «usted ha vuelto a la comunidad eclesial como testigo más creíble del Evangelio: «Fidei testis»».

Al caer el régimen soviético, Juan Pablo II nombró al padre Swiatek arzobispo de Minsk-Mohilev, encargándole el renacimiento de las comunidades católicas en Bielorrusia. En noviembre de 1994 le creó cardenal.

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ZENIT Staff

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