Bielorrusia: una iglesia en crecimiento tras el fin de la guerra fría

Finaliza hoy la visita Ad limina

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Antes del fin de la guerra fría la Iglesia en Bielorrusia no tenía ningún tipo de jerarquía. Había sacerdotes, uno que otra templo católico abierto pero sin diócesis que los congregara y obispos que las orientara.

Hoy, esta nación de la ex Unión Soviética de cerca de 10 millones de habitantes y de mayoría ortodoxa cuenta con un 14 % de católicos. Tiene una archidiócesis, tres diócesis y unas 450 parroquias.

Sus obispos están visita ad Limina en Roma, la cual finaliza hoy lunes. Es la tercera desde que esta nación que fue reconocida como tal en agosto de 1991 y la primera bajo el pontificado de Benedicto XVI.

Para Monseñor Tadeuz Kondrusiewicz, arzobispo de Minsk-Mohilev, (territorio que incluye la capital de este país), esta visita que se realiza cada cinco años representa “una especie de examen de conciencia para cada obispo”.

Monseñor Kondrusiewicz, quien también es miembro de la Congregación para el Clero, fue el primer obispo de este país nombrado después de 60 años, en los cuales la Iglesia vivió sin jerarquía debido al régimen comunista.

Crecen los católicos

Tras la independencia de esta nación, reconoce el prelado, la Iglesia volvió a nacer. En 1991 había 220 parroquias. Hoy son más de 450. En todo el territorio nacional había sólo 60 sacerdotes nacidos en Bielorrusia, unos 60 más extranjeros y hoy son 440, de los cuales 270 han nacido allí.

En 1990 fue abierto el primer seminario en Grodno y en 2001 el segundo en Pinsk. Cerca de 90 seminaristas están formándose y unos 60 más asisten a los seminarios religiosos.

Tienen actualmente un sitio web www.Catholic.by que publica noticias sobre la vida de la Iglesia universal y de Bielorrusia en varias lenguas como la bielorrusa el alemán, el ruso y el polaco.

Cerca de 14 mil fieles visitan diariamente esta página, que “para nosotros es como una grandísima parroquia”, subraya Monseñor Kondrusiewicz.

También se han traducido al bielorruso el misal, los documentos del Concilio Vaticano II así como los textos litúrgicos de todos los sacramentos: “Hoy tenemos un buen equipo de traductores que prepara muy bien la traducción en bielorruso. También tradujeron la última encíclica del Santo Padre”.

Jóvenes

Las nuevas iniciativas pastorales que se desarrollan en esta nación han atraído una gran cantidad de jóvenes, según lo constata el arzobispo de Minsk-Mohilev: “hemos organizado dos Jornadas de la Juventud que han tenido una gran participación”. El prelado señaló también que periódicamente dirige reuniones privadas con estos jóvenes, en las que se discuten temas más en profundidad.

Asimismo se refirió al diálogo que la iglesia realiza con el mundo académico: “en estos últimos dos años me han invitado en diferentes ocasiones las universidades estatales y otras universidades a dictar conferencias o a participar de encuentros con estudiantes y profesores”.

En los medios de comunicación la Iglesia también han encontrado un canal de participación. Tienen cuatro editoriales católicas. La radio y la televisión transmiten la misa dominical de la catedral de Minsk, “algo muy bueno, sobretodo para los enfermos y los niños del campo”, agrega monseñor Kondrusiewicz.

Desafíos

Pese al crecimiento del catolicismo y de los agentes pastorales en esta nación, monseñor Kondrusiewicz ha comentado que los sacerdotes extranjeros enfrentan algunas dificultades como la obtención de visas para vivir allí para desarrollar su servicio evangelizador.

También asegura que a veces los fieles necesitan más lugares para congregarse: “Hasta ahora para los 300 mil católicos de Minsk sólo hay cuatro iglesias, aunque las autoridades locales autorizaron hace poco la construcción de otras seis. El único problema hoy es dónde encontrar el dinero”, dice el arzobispo.

En cuanto al trabajo social la Cáritas desarrolla programas que congregan no sólo católicos sino ortodoxos, protestantes, musulmanes y judíos, incluso no creyentes.

El trabajo social se focaliza en programas para ancianos, niños, limitados físicos y enfermos de cáncer y en la de prevención del SIDA. Con los ortodoxos realizaron una comisión para defender los valores de los medios de comunicación.

En Bielorrusia existe también una pequeña comunidad greco – católica, con quienes tienen una muy buena relación según señaló el arzobispo. También son muchas las familias mixtas de católicos casados con ortodoxos.

Una fe en crecimiento en esta joven nación de la Europa Oriental conocida también como la Rusia Blanca, compuesta por hombres y mujeres que han entendido, como dijo el año pasado el cardenal Tarcisio Bertone al visitar este país que “para ser libres no basta con derrumbar muros. Es necesario ser libres dentro y esto es posible sólo encontrando en la persona de Jesús la verdad de Dios”.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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