Bolivia: Los obispos reclaman que se garantice la libertad de educación

Mensaje al Pueblo de Dios al final de su Asamblea Plenaria

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COCHABAMBA, viernes 23 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Con la lectura del mensaje al Pueblo de Dios, este martes concluyó la 89 Asamblea Plenaria de los obispos de Bolivia, reunidos en la ciudad de Cochabamba. Con el título “Soy yo, no tengan miedo”, ofrecen una reflexión en diversos temas como la situación de cambio en el país, la misión permanente, educación y la misión continental entre otros.

Los obispos bolivianos afrontan en primer lugar la situación de cambio que vive el país. A este respecto, señalan “algunos de los aspectos más preocupantes que necesitan de acciones decididas de parte de todos, para superar las amenazas a la democracia y, en general, a la vida del país”.

Piden a los que tienen autoridad y a todos los ciudadanos e instituciones “combatir, sin escatimar esfuerzos, el creciente flagelo del narcotráfico, la producción y consumo de drogas, que tanto daño hacen a los jóvenes y a la sociedad”.

Afirman que urge “tomar medidas frente al deterioro de la convivencia social, con el incremento de la inseguridad ciudadana, la delincuencia y la violencia que originan la muerte de muchos bolivianos y que expresan el poco respeto a la vida y a la dignidad de las personas, como hijos de Dios”.

Constatan que “se multiplican hechos de manipulación de la justicia, provocando un ambiente de sospecha y persecución que atemorizan a los ciudadanos, además de ahondar la desconfianza en los organismos judiciales”.

Según los prelados, “la polarización entre fuerzas políticas ha provocado susceptibilidades en estas últimas elecciones, generando un clima de tensión e intolerancia que conspira contra la convivencia pacífica. Nos hacemos eco del clamor del ciudadano de a pie y de la  gente sencilla, que con su sabiduría popular, con su trabajo sacrificado busca desactivar el enfrentamiento, la descalificación y la discriminación política”.

Expresan “la necesidad de una mayor responsabilidad respecto a la conservación adecuada del Medio Ambiente”.

Un segundo tema que abordan los obispos se refiere a la necesidad de garantizar la libertad de educación.

Recuerdan que “la Iglesia ha desarrollado a lo largo de la historia una gran labor educativa, de manera particular en los lugares más apartados de nuestro país. Ésta es su misión. Misión que anhela cumplir también en el contexto que diseñará la nueva Ley de Educación”.

Reconocen también que el Estado, “en los últimos años, ha invertido mucho en la educación de los niños y de los jóvenes, sobre todo en infraestructura educativa”.

Sin embargo, afirman haberse encontrado “con la seria dificultad de que autoridades educativas de diferentes niveles quieren imponer a los establecimientos educativos de convenio sus criterios y su personal, no reconociendo nuestro derecho a elegir el cuerpo docente de las obras católicas”.

También está en riesgo, señalan, el que la Iglesia siga formando maestros, al igual que las otras Escuelas Superiores de formación. Por último, aseguran, “existe el peligro de no poder ofrecer la educación religiosa que esperan los padres de familia para sus hijos, como primeros responsables de su educación”.

“De darse estos lamentables e injustos hechos, se limitaría el pluralismo de pensamiento y la libertad de enseñanza garantizados por la Constitución Política del Estado”, subrayan.

En tercer lugar, los prelados afrontan el tema de la reconciliación entre los bolivianos.

Constatan que “hay situaciones tensas que crean un ambiente de desconfianza, de recelo ante el otro, de división en nuestras familias y en nuestra sociedad, y que suscitan temores que impiden expresar las ideas con libertad”.

Hacen un llamamiento “a los distintos sectores de la sociedad a dejar de lado las divergencias y deponer actitudes de intransigencia, incentivando el respeto mutuo, el diálogo y la concertación como expresiones de una verdadera y auténtica búsqueda de entendimiento y reconciliación entre los bolivianos”.

El último tema abordado ha sido el de la Misión Permanente que califican de tarea apremiante.

Después de un año de concienciación afirman que la Iglesia tiene el desafío de “hacer de cada bautizado un fiel discípulo y apasionado misionero”. Por lo tanto, les convocan “a ser testigos de Jesucristo ahí donde se encuentran”. Afirman que la convocatoria ha despertado entusiasmo e interés y “hay en ellos un gran deseo de profundizar en el conocimiento, amor y seguimiento a Jesús”.

Recuerdan que concluye el Año Sacerdotal y afirman haber “orado por ellos y con ellos, pidiendo la santidad de vida y la entrega generosa en su ministerio presbiteral”.

Han reflexionado sobre la pastoral vocacional, constatando la necesidad de contar con más candidatos a la vida presbiteral y consagrada, afirman que “esta realidad vocacional no puede ser preocupación sólo de nosotros, los pastores, sino de todos”. “Es una vocación que debe nacer en la familia, en los grupos de la pastoral juvenil y en el testimonio de los mismos cristianos”.

Por Nieves San Martín


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ZENIT Staff

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