Bosnia-Herzegovina no logra superar las lacras de la guerra

El cardenal de Sarajevo describe sus país tras diez años de independencia

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SARAJEVO, 9 abril 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- En el décimo aniversario de la independencia de Bosnia-Herzegovina, acontecimiento que marcado por la sangre de la guerra, el cardenal Vinko Puljic arzobispo metropolita de Sarajevo, pide a sus fieles católicos ser puentes de reconciliación entre Europa del Este y de Occidente.

«Aquella guerra no debió existir. Seguramente no la querían los pueblos de Bosnia y de Herzegovina», dice en esta entrevista el purpurado.

–Sin embargo las hostilidades comenzaron y duraron tres años y medio. ¿Cómo pudo suceder algo así?

–Cardenal Puljic: La guerra fue planificada en Belgrado, en medio de la indiferencia y el silencio de las mayores potencias a las que interesaba en aquel momento que Yugoslavia no se desmembrase. Era la premisa para una tragedia de dimensiones incalculables. El precio de la guerra ha sido incalculable, en vidas humanas y daños materiales.

–¿Alude a las destrucciones de las que todavía se ven las huellas, tanto en las ciudades como en el campo?

–Cardenal Puljic: Sí. ¿Cuántos esplendores de esta tierra, verdaderas joyas y riquezas de nuestra cultura fueron destruidos por la violencia? ¿De cuántas importantes estructuras de la economía nos ha privado la guerra? No puedo callar ante las iglesias, y en general ante los edificios dedicados al culto, de los que nuestra gente ya no puede disponer.

–A seis años de los acuerdos de Dayton, ¿cuál es el obstáculo que impide la reconstrucción del país?

–Cardenal Puljic: Sólo habrá reconstrucción verdadera cuando se curen las heridas del odio y se restauren plenamente la concordia y la tolerancia. Pero estamos experimentando lo difícil que es.

–En este contexto, ¿cómo puede intervenir positivamente la comunidad católica?

–Cardenal Puljic: Nuestra comunidad se bate de modo incansable por la paridad de derechos de cada hombre y de cada mujer, de cada pueblo de esta tierra. Se empeña a favor del retorno de todos los exiliados. La Iglesia trabaja educando en la tolerancia. Nuestras escuelas multiétnicas, abiertas a todos, son un ejemplo de este compromiso. La opción preferencial es a favor del diálogo, según las indicaciones del Santo Padre. Contribuyendo a revigorizar en Bosnia y Herzegovina la cultura europea, queremos ser un puente para el diálogo entre Este y Oeste.

–Entre los muchos problemas en espera de solución destaca el de los refugiados. ¿Cuándo podrán volver?

–Cardenal Puljic: Esta es una verdadera emergencia. Son todavía centenares de miles los evacuados alejados de sus propias casas. Éstas con frecuencia ya no existen y deberán ser reconstruidas. Muchas iglesias esperan ser restauradas tras los daños sufridos. Otro problema gravísimo es la falta de trabajo. Vemos así fenómenos migratorios que no hacen más que empobrecer al país ya que se van los jóvenes. Si quedan sólo los ancianos, ¿dónde podremos encontrar la fuerza física y las energías espirituales, morales e intelectuales para renovar nuestra tierra? Por último, querría aludir al tema de la estabilidad política sin la cual no es posible un desarrollo económico real.

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ZENIT Staff

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