Brasil: Asesinado joven sacerdote a menos de tres meses de su ordenación

El robo aparece como el motivo del crimen

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SAO LUIS, jueves 25 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El padre Bernardo Muniz Rabelo Amaral, de 28 años, ordenado sacerdote el pasado 5 de septiembre, fue asesinado este sábado 20 de noviembre por una persona que le robó el vehículo en el que viajaba, dinero y su teléfono móvil.

El robo mortal se produjo sobre las tres de la tarde en Sao Luis, cuando el padre Bernardo estaba en su coche y fue alcanzado en el cuello y en el pecho por varias balas que le disparó un hombre al que había dado paso, según informaciones de la arquidiócesis de Sao Luis recogidas por la agencia Fides.

Cuando fue rescatado, el sacerdote estaba todavía consciente y fue trasladado al hospital de Humberto de Campos, ciudad situada a unos 120 kilómetros de la capital de Maranhão en la que ejercía su ministerio como párroco.

Sin embargo, no pudo resistir la gravedad de las lesiones y murió sobre las nueve de la noche del mismo sábado.

Cuando fue asaltado, el sacerdote regresaba de un pueblo en la zona de Quebra Anzol, y se dirigía a Achuí, en de la ciudad de Humberto de Campos, donde iba a asistir a una reunión parroquial.

Además de al padre Bernardo Muñiz Rabelo Amaral, la arquidiócesis de Sao Luis ha perdido este año al seminarista Mario Dayvit, también víctima de un robo. Él fue asesinado delante de su casa en el centro de la capital de Maranhão.

El padre Bernardo Muniz Rabelo Amaral nació en Morros, Maranhão, el 12 de enero de 1982. En esa misma ciudad fue bautizado el 24 de junio de 1982.

Quinto de seis hermanos, fue ordenado diácono el 21 de febrero de 2010 en la catedral de Nuestra Señora de la Victoria y sacerdote el 5 de septiembre de este año, en la ciudad de Axixá.

Una semana después de su ordenación sacerdotal, fue nombrado vicario parroquial en el municipio de Humberto de Campos.

La arquidiócesis de Sao Luis, en la persona de su arzobispo, monseñor José Belisario da Silva, y en nombre de todos los sacerdotes y seminaristas, expresó su dolor más sincero.  

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ZENIT Staff

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