Buscar la unidad de los cristianos, deber de cada bautizado; según el Papa

No es un misión reservada a pastores o teólogos, aclara

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CIUDAD DEL VATICANO, 22 enero 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II dejó claro este miércoles que la recomposición de la plena comunión entre los cristianos, separados en Iglesias y comunidades, no es sólo un deber de pastores o teólogos, sino de todo bautizado.

Al dirigirse a unos 3.500 fieles, que participaron en la audiencia general concedida en el Vaticano, el obispo de Roma quiso dedicar el encuentro a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que están viviendo del 18 al 25 de enero unos dos mil millones de bautizados (católicos, ortodoxos, protestantes, anglicanos…).

«En virtud de la fe que nos acomuna, nosotros los cristianos, todos, tenemos la obligación, cada uno según su propia vocación, de recomponer la plena comunión, «tesoro» precioso que nos dejó Cristo», afirmó en su intervención que pronunció en esta ocasión con gran firmeza y claridad de voz.

Para recuperar la unidad perdida, dijo el Papa «Es necesario cultivar entre los cristianos un amor comprometido en superar las divergencias; es necesario esforzarse por superar toda barrera con la oración incesante, con el diálogo perseverante y con una fraterna y concreta cooperación a favor de los más pobres y necesitados».

Esto no significa, según Juan Pablo II, que no tenga importancia el diálogo entre pastores y teólogos. Por este motivo recordó la propuesta que lanzó en 1995 (número 95) en la encíclica ecuménica «Ut unum sint» de «encontrar una forma de ejercicio del primado [del obispo de Roma] que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva».

Para el Santo Padre este compromiso es decisivo por dos motivos fundamentales: «por una parte, la unidad expresa fidelidad al Evangelio; por otra, como indicó el mismo Señor, es una condición para que todos crean que Él es el enviado del Padre».

De hecho, aclaró, la actual división «constituye motivo de «escándalo» para el mundo y de «daño» para la predicación del Evangelio».

Por eso, concluyó con una conmocionada invitación a la oración para que los cristianos recuperen la unidad perdida y puedan proclamar al mundo que Cristo «está vivo y actúa entre nosotros».

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ZENIT Staff

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