Buscar un equilibrio entre la propiedad intelectual y el bien de los países pobres

El observador vaticano ante la ONU pidió que las patentes respeten la creación

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GINEBRA, miércoles, 1 octubre 2008 (ZENIT.org).- El observador permanente de la Santa Sede ante la sede de Naciones Unidas en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi,  ha pedido un equilibrio entre los beneficios de la propiedad intelectual y el bien de los países pobres. Recordó también que toda investigación y registro de patentes debe respetar la creación.

El prelado intervino en la 45 sesión de reuniones de la Asamblea de los Estados miembros de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), dependiente de la ONU, celebrada en la ciudad suiza del 22 al 30 de septiembre.

Tras congratularse por el liderazgo de la organización y felicitar al nuevo director  general Francis Gurry, el representante de la Santa Sede dijo que esta espera «un servicio renovado y dinámico» de la OMPI, dado que «promueve el conocimiento en el mejor interés de cada persona humana y en favor del justo progreso de cada país».

Subrayó que la Santa Sede está especialmente atenta «a las dimensiones ética y social que de modo único provienen, afectan y caracterizan a la persona humana y a su acción».

Reconoció «en la propiedad intelectual el valor propio de innovación y creatividad, de inteligencia en todos sus aspectos».

Al mismo tiempo, «en todo proyecto de pensamiento y acción, en cada enfoque científico, técnico o jurídico, la propiedad intelectual está llamada a respetar la creación tanto en el área del conocimiento y descubrimiento como en el reconocimiento de la naturaleza de las cosas: materia, intelecto, seres vivientes y, sobre todo, la persona humana», subrayó el representante vaticano.

«La ingeniosidad humana es multifacética, llena de recursos y capaz de hallar respuestas a los desafíos que afronta la familia humana», reconoció.

Un hecho, destacó, que evidencia la constante solicitud de nuevas patentes cuya regulación, dijo, «requiere una norma equilibrada de manera que su impacto sobre la economía sea benéfico también para los países pobres y valore sus peculiaridades e identidades».

Entre las áreas a debate previstas por la organización de la OMPI, el delegado vaticano señaló las que suscitan especial interés en la Santa Sede.

En primer lugar, «las posibilidades y las implicaciones de la protección internacional de los recursos genéticos, el conocimiento tradicional, folklore y expresiones culturales».

También «el requisito de una ordenación legal de los derechos de reproducción y temas afines relativos a la protección de los derechos de las organizaciones de difusión».

Y, sobre todo, «el proceso que ha permitido la organización del trabajo de tal modo que pueda tener en cuenta las expectativas de desarrollo junto a las exigencias de normas y tecnologías relativas a la propiedad intelectual».

El representante vaticano renovó su felicitación al director entrante, agradeció su labor  al saliente, Kamil Idris, y auguró que la OMPI pueda «contribuir todavía más al fortalecimiento de una pacífica y más equitativa comunidad internacional».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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