Campaña de la Iglesia en Japón para ayudar a los damnificados

Del terrible drama puede sacar el bien

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TOKIO, domingo, 13 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- En las misas celebradas este domingo en las iglesias católicas de Japón se ha lanzado una campaña nacional de ayuda a favor de los damnificados del terremoto y el tsunami que flagelaron islas japonesas el 11 de marzo.

A la iniciativa también se han unido las, asociaciones e instituciones de la Iglesia, en este país, en el que el 0,4% de la población es católico, con el objetivo de recaudar fondos para ayudar a las personas desplazadas.

El padre Daisuke Naru, director ejecutivo de Caritas Japón explica que «nuestra tarea es mostrar el amor y la solidaridad, en especial hacia las categorias más vulnerables, como los inmigrantes, los ancianos, las personas sin hogar. Vamos a trabajar junto con otras ONGs. En este momento estamos llamados a dar testimonio de unidad y a estar cerca de todo ser humano que sufre. Ya sabemos que la respuesta a nuestro llamamiento de los fieles va a ser muy generosa».

Naru explica a la agencia misionera de la Santa Sede Fides: «Caritas se ha movilizado inmediatamente después de la tragedia: Nada más suceder el terremoto y el tsunami, hemos organizado una reunión de emergencia por teleconferencia. La prioridad ahora es reunir información sobre las zonas afectadas, pero es difícil porque las líneas eléctricas y telefónicas siguen rotas. La diócesis más afectada es la de Sendai, pero no hemos recibido noticias del director de la Caritas diocesana, y esto nos causa gran preocupación. Por eso estamos estudiando la posibilidad de una misión allí, en el lugar».

Sacar bien de la tragedia

Al reflexionar sobre las consecuencias de la tragedia, el sacerdote el sacerdote explica: «Creo que en el Japón de hoy, marcado por la crisis económica, golpeado por el fenómeno social de la depresión y del suicidio, este doloroso acontecimiento puede ser una oportunidad para difundir los valores del Evangelio, es decir la hermandad de todos los hombres, la construcción del bien común, el reconociendo de que toda persona tiene dignidad de hijo de Dios y es importante a los ojos de Dios. Si, con nuestro trabajo y nuestro testimonio, somos capaces de comunicar esto, entonces de este mal podrá nacer algo bueno».

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ZENIT Staff

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