Cardenal austriaco en espera del Papa: El cristianismo, la vía del futuro (II)

Entrevista ante la próxima visita de Benedicto XVI a Austria

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VIENA, martes, 4 septiembre 2007 (ZENIT.org).- La visita de Benedicto XVI es decisiva para el futuro de la Iglesia en Austria, explica en esta entrevista concedida a Zenit el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena.

El Papa visitará Viena, Mariazell y Heiligenkreuz entre el 7 y 9 septiembre. Esta es la segunda parte de la conversación con el presidente de la Conferencia Episcopal de Austria. La primera fue publicada en el servicio del 3 de septiembre.

–El lema de la visita del Papa es «Volver la mirada a Cristo». ¿En qué ámbitos Cristo debería estar más presente?

–Cardenal Schönborn: Pienso que la presencia de Cristo entre nosotros no es más débil que antes; quizá hoy es más anónima, menos consciente. Pero hay principalmente tres ámbitos en los que sentimos viva la presencia de Cristo. Sobre todo su Palabra.

No en vano el Papa Benedicto ha escrito un libro sobre Jesús que, sobre todo, se orienta hacia la palabra de Jesús, su predicación, su enseñanza.

Encontramos a Cristo en su Palabra. Por ello abrir las fuentes de la Sagrada Escritura a cuantas más personas sea posible es uno de los mayores deseos del Papa Benedicto XVI. Por ello ha dedicado a este tema también el próximo Sínodo Episcopal que tratará sobre la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia.

La segunda presencia de Cristo se encuentra en el sacramento, en los símbolos que Cristo nos ha dado para entrar en contacto con Él. El bautismo y la confirmación o unción del Espíritu Santo; hay sacramentos en el curso de la vida: matrimonio y orden; y hay sacramentos de la curación, de la curación del alma, la confesión, y de la curación física de los enfermos. Y todo esto confluye en el gran Sacramento de su presencia real en la Eucaristía.

Esta corona de sacramentos es por ello tan importante y tan incisiva para la vida de la fe, en cuanto que toca cada aspecto de la vida, cada giro y cada etapa de la vida y nos pone en relación con Cristo.

Y la tercera forma de encuentro con Cristo –«Volver la mirada a Cristo»– es el encuentro con Cristo en los pobres, en los que está especialmente presente; con los que Él se identifica expresamente: «Estaba enfermo y me has ayudado. Estaba en la cárcel y me has visitado. Estaba desnudo y me has vestido; hambriento y me has alimentado…». Cristo se identifica con los pobres, con los que sufren y por ello nosotros le encontramos especialmente en ellos.

El Papa llamará nuestra atención cuando nos diga que debemos volver la mirada hacia Dios.

–El Santo Padre no viene en primer lugar a Austria sino que realiza una peregrinación al santuario mariano de Mariazell. ¿Qué importancia tiene María en la vida cristiana?

–Cardenal Schönborn: El lema «Volver la mirada hacia Cristo» está en efecto inspirado profundamente por Mariazell. Si se observa la graciosa imagen de Mariazell, la pequeña escultura de madera de tilo que tiene 850 años de antigüedad, sin vestimentas festivas, sin los vestidos lujosos que tiene habitualmente, se ve una sencilla figura de esta sonriente misteriosa madre de Dios y, en su seno, un niño con una manzana en la mano, el símbolo del reino del poder divino. Y María señala claramente con la mano al niño. Esto significa que Ella nos dice lo que dijo en Caná: «Haced lo que Él os diga», y nos enseña a mirar a Cristo.

Nos mira pero señala a Cristo. En cierto sentido, nos llama: «Miradle a él, mirad a mi hijo». Y pienso que este es el lema que eligió el Papa Juan Pablo II durante toda su vida y especialmente durante su papado. El «Totus tuus» es: «A Cristo a través de María». Ella nos indica el camino. Por ello, iniciamos la peregrinación del Santo Padre, y con el Santo Padre, a Mariazell, en la plaza ante la columna de María.

El 8 de diciembre de 2006, fiesta de la Inmaculada, iniciamos la gran novena que nos acompaña y prepara hasta el 8 de septiembre, la fiesta de Mariazell y la visita del Santo Padre.

–Recientemente usted aludió a la escasez de niños como un problema de Austria. ¿Cómo podría la sociedad favorecer más a la infancia?

–Cardenal Schönborn: Es sobre todo el problema enorme de una sociedad que compromete su futuro, por tener demasiados pocos niños. Lo sabemos bien: casi toda Europa debe afrontar el problema del descenso de una población, que es compensado gracias a una fuerte inmigración.

Es una decisión que compete a toda la sociedad, que debe afrontar ya hoy el problema «No hay futuro».

¿Por qué hemos llegado a este punto, justamente cuando en Austria se dan medidas de apoyo a las familias como nunca habían existido en este país? En ningún momento de la historia ha habido una carencia de normas como la de hoy. Y a pesar de ello antes la familias tenían muchos más hijos que hoy.

Ciertamente el drama del aborto desempeña un papel importante. Pero a ello se añade el hecho de no querer niños, el «no» a los niños, con la contracepción.

En los últimos cuarenta años, Europa ha dicho tres veces «no» a su futuro: la primera vez, con la píldora; la segunda, con el aborto; y la tercera, con el matrimonio homosexual. Y yo añado: prescindiendo del juicio moral de todos estos fenómenos, es sencillamente, de hecho, un «no» al futuro.

El «sí» al futuro puede sólo significar: «sí» a los niños. Y pienso que se está iniciando gradualmente, en muchas personas de Europa, la conciencia de que se necesita una decisión. Y el «sí» al futuro es ya algo hermoso, si se tiene esperanza en el futuro.

–En la archidiócesis de Colonia, existe desde hace tiempo un «Centro Familiar». ¿Cuáles son las iniciativas concretas en la archidiócesis de Viena para el apoyo a las familias?

–Cardenal Schönborn: Naturalmente existen muchas iniciativas a favor de las familias, como por ejemplo la asociación de las familias o la obra familiar. Varios movimientos religiosos tienen organizaciones familiares, como el movimiento Schönstatt. Todos los movimientos religiosos de renovación se dirigen también con fuerza a las familias. Pero creo que se trata de otra cosa. Se trata de ver.

Jesús dijo a los discípulos: «¡Venid y ved!». Hay que ver, hay que poder tocar, si no, no se vive.

He pasado unos días de mis vacaciones con una joven familia que acaba de tener el sexto hijo. Naturalmente es una vida que implica muchas renuncias, pero es una vida incomparablemente más vital de lo que sucede si se tiene miedo de cada nueva vida. Pienso que hace falta la vivencia de este tipo de familias, que conscientemente dicen «sí», aunque esto comporta enormes resistencias por parte de su ambiente –«¡Estáis locos! ¿Pero no tenéis cuidado?»- y que con la vida dan testimonio de que es bello, que es un bien tener niños.

Naturalmente cuesta. Pero es gratificante. Y pienso que la vida de estas familias anima a otras a intentar experiencias semejantes. Y curiosamente no se trata de un problema de posibilidades económicas.

Naturalmente, es difícil con seis niños. Pero gracias a Dios en Austria hay un buen apoyo a las familias. Algunas cosas podrían ir mejor, de modo más constructivo, pero es fundamental vivirlo y hacerlo posible para los otros. «¡Venid y ved».

Yo lo observo en muchas familias jóvenes que tienen tres, cuatro, cinco, seis y más niños. Y la impresión que da es que aquí está el futuro, aquí está la esperanza, aquí está la vida. Esta es la postura de la que vive la sociedad: solidaridad, respeto y ayuda recíprocos: la lógica experiencia de que hay que renunciar a algo.

Estos son los valores de los que tenemos absolutamente necesidad para que una sociedad sea una sociedad digna de vida y amor. Allí es donde los encontramos, donde aprendemos. Y pobre de una sociedad en la que estos valores se pierden porque será una sociedad ma
la, despiadada.

–¿Qué espera de la visita del Papa?

–Cardenal Schönborn: Confirmación en la fe, alegría en la fe, impulso para recorrer el camino de la fe, con la Iglesia y en la Iglesia, y no en un sendero que se construye solos.

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ZENIT Staff

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