Cardenal Bertone: Relegar la religión a lo privado viola la libertad religiosa

Defendió la “laicidad positiva” como marco ideal de relación con el Estado

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

MADRID, jueves 5 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- «Querer imponer, como pretende el laicismo, una fe o una religiosidad estrictamente privada» supone «una injerencia en los derechos de las personas a vivir sus convicciones religiosas como deseen o como éstas se lo demanden».

Así lo afirmó el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Benedicto XVI, en la conferencia pronunciada este jueves en la sede de la Conferencia Episcopal Española, con motivo del 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En el acto estuvieron presentes entre otros el actual ministro de Justicia español, Mariano Fernández Bermejo, así como miembros de las administraciones y del partido de la oposición.

En su discurso, el purpurado explicó en qué consiste la «laicidad positiva» a la que en varias ocasiones se ha referido el Papa Benedicto XVI, y que se basa en el respeto a la libertad religiosa «como derecho primario e inalienable de la persona».

La libertad religiosa, afirmó, «es el sustento de las demás libertades, su razón de ser», pues «traspasa el horizonte que trata de limitarla a una parcela íntima, a una mera libertad de culto o a una educación inspirada en valores cristianos, para solicitar al ámbito civil y social, libertad para que las confesiones religiosas puedan ejercer su misión».

«El Estado democrático no es neutral respecto a la libertad religiosa misma, sino que, al igual que respecto a las demás libertades públicas, ha de reconocerla y crear las condiciones para su efectivo y pleno ejercicio por parte de todos los ciudadanos», explicó.

Precisamente por ello, es necesario que sea también «absolutamente neutral respecto de todas las diversas particulares opciones que ante lo religioso los ciudadanos adopten en uso de esa libertad».

Citando a Benedicto XVI, el cardenal Bertone añadió que «no es expresión de laicidad, sino su degeneración en laicismo, la hostilidad contra cualquier forma de relevancia política y cultural de la religión; en particular, contra la presencia de todo símbolo religioso en las instituciones públicas».

«Tampoco es signo de sana laicidad negar a la comunidad cristiana, y a quienes la representan legítimamente, el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales que hoy interpelan la conciencia de todos los seres humanos, en particular de los legisladores y juristas», añadió.

El cardenal Bertone aclaró que cuando la Iglesia se pronuncia sobre un tema «no se trata de injerencia indebida» sino «de la afirmación y defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad».

«En definitiva, se trata de mostrar que sin Dios el hombre está perdido, que excluir la religión de la vida social, en particular la marginación del cristianismo, socava las bases mismas de la convivencia humana, pues antes de ser de orden social y político, estas bases son de orden moral», advirtió.

Respeto mutuo

Según el cardenal Bertone la Iglesia «no reivindica el puesto del Estado» sino que respeta «la justa autonomía de las realidades temporales», y «pide la misma actitud con respeto a su misión en el mundo».

«El Estado no puede reivindicar competencias, sean directas o indirectas, sobre las convicciones íntimas de las personas ni tampoco imponer o impedir la práctica pública de la religión sobre todo cuando la libertad religiosa contribuye de forma decisiva a la formación de ciudadanos auténticamente libres», añadió.

Sin embargo, lamentó que hoy «la libertad religiosa está lejos de ser asegurada efectivamente» ya que «en algunos casos se la niega por motivos religiosos o ideológicos», y en otros «aunque se la reconoce teóricamente, es obstaculizada de hecho por el poder político o, de manera más solapada, por el predominio cultural del agnosticismo y del relativismo.»

«Es inconcebible, por tanto, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos», advirtió el Secretario vaticano.

Por último, el cardenal Bertone se refirió al principio de igualdad de las confesiones religiosas, que no debe confundirse, advirtió, «como uniformidad de tratamiento jurídico de esas por parte de la ley civil», sino que debe «respetar sus peculiaridades, teniendo también presente el arraigamiento cultural e histórico que cada una tiene en la sociedad».

«No es una interpretación correcta: el principio de igualdad, en efecto, se vulnera si se tratan situaciones iguales de modo diverso, pero también si se tratan situaciones diversa de igual manera».

El texto íntegro de la conferencia puede leerse en la sección de documentación de la página web de ZENIT (Cf. Conferencia del cardenal Bertone en Madrid sobre Derechos Humanos).

Por Inma Álvarez

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación