Cardenal Cañizares: 'Con el derecho a la vida no se juega, es innegociable'

En un artí­culo, el arzobispo de Valencia afirma que ‘no puedo permanecer callado ante la minireforma de la ley del aborto’

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El arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, ha denunciado este miércoles las consecuencias imprevisibles de la “minireforma de la ley del aborto”. Así, ha afirmado que “con el derecho a la vida no se juega, es innegociable”. “Por honestidad intelectual, por fidelidad a mis convicciones y a mi fe, y en mi deber de amor y lealtad para con nuestro pueblo, así como en mi lealtad ante quienes tienen responsabilidades legislativas o de gobierno, no puedo permanecer callado: ¡apuesto por el hombre!; y, por eso, apuesto por la madre y por el niño”, ha asegurado.

En el artículo, publicado ayer en la tribuna semanal que firma el purpurado en el diario español “La Razón” y que este jueves reproduce íntegramente el periódico diocesano “Paraula”, el arzobispo de Valencia confiesa que, ante esa “minireforma”, “me he sentido muy dolido, apenado y sorprendido en mi condición sencillamente de hombre de fe, de razón y como ciudadano de un país como el nuestro”.

El purpurado destaca que “es necesario que digamos `sí´ al hombre si queremos que haya futuro” y hace un llamamiento a “jueces, expertos en leyes, médicos, pensadores” para que “salgan en defensa del hombre, y de esos niños que no van a nacer, y que cuentan tan poco en la `ley´ vigente, en el fondo sancionada de alguna manera por la mínima reforma que el Partido Popular introduce ahora en su contenido”.

El cardenal Cañizares considera que “el desconcierto que ha suscitado en muchos esta minireforma es más que notable” y, después de advertir que “las consecuencias son imprevisibles”, subraya que “con el derecho a la vida no se juega, es innegociable”.

En su artículo, el titular de la archidiócesis de Valencia expresa que “el Gobierno, olvidando sus principios, desdiciéndose de gestos anteriores, y volviéndose atrás de las promesas electorales, aprobó una mínima reforma, más real que aparente, de la ley vigente que consagra el derecho al aborto”. 

“La mínima reforma deja intacta la ley y los apoyos de la ley, que el propio Gobierno estimó, en su día, inconstitucional”, señala. Y recuerda que “no existe, ni puede existir, ningún derecho a eliminar la vida, ni la propia ni, menos aún, la de otro, y menos todavía aún si es inocente, débil e indefensa”.

Más adelante, el arzobispo valenciano reconoce que “desconocía por completo que el Partido Popular había cambiado tan radicalmente hasta hacer suyo un texto que reprobó en su momento y que pertenece a la ideología de la oposición”. A este respecto, el purpurado insiste en destacar que “el aborto es la violación del derecho más fundamental y sacrosanto de los Derechos Humanos: el derecho a la vida, entrañado en lo más propio de la dignidad inviolable de todo ser humano, base de la convivencia entre los hombres, base de la sociedad”. 

Por ello, “las consecuencias de esto son muy graves; entre otras, las de un relativismo brutal –verdadera dictadura– que carcome y mina los cimientos éticos de la convivencia social, que lleva a un horizonte de vida y de sentido en que no hay nada en sí y por sí mismo verdadero, bueno y justo, que genera una mentalidad incapaz para lo que corresponde a la naturaleza, para lo objetivo y válido en sí y por sí, y para principios estables y universales”. 

También “resulta paradójico que la ley vigente, que tanto se pronuncia por la libertad, no reconozca la libertad de conciencia ni la objeción de conciencia de médicos, del personal sanitario, o de otros implicados en el asunto, siendo así que la libertad de conciencia y –consecuentemente la objeción de conciencia– está en la base del actuar libre del hombre”.

(IDV) (RLG)

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ZENIT Staff

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