Cardenal Cañizares: Para el Papa la armonía fe-razón es posible y necesaria

Conferencia en la Embajada de España ante la Santa Sede

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ROMA, jueves, 17 mayo 2007 (ZENIT.org).- Conciliar fe y razón no sólo es posible, sino necesario para dar respuesta a los problemas de la modernidad: esta convicción marca el programa de vida de Joseph Ratzinger, reconoce el cardenal primado de España.

«Razón y fe en el pensamiento de Benedicto XVI» fue el tema que abordó al final del miércoles el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, en la Embajada de España ante la Santa Sede, en el marco de conferencias-homenaje que la sede diplomática celebra con ocasión del 80º cumpleaños del Papa y su segundo aniversario de elección a la sede petrina.

En Benedicto XVI «fe y razón caminan juntas, como esas dos alas de las que habló Juan Pablo II en [la encíclica] «Fides et ratio», con la que tanto se identifica el Papa actual», expresó el arzobispo de la sede primada de España.

«Podríamos afirmar, y no exageraremos -reconoció-, que el programa de toda su vida como maestro, como hombre de pensamiento, teólogo, pero también como pastor no ha sido otro que mostrar la necesidad y la posibilidad de conciliar la fe y la razón como respuesta a los problemas de la modernidad y como la clave existencial en la construcción de la historia en paz, en verdadera convivencia, en libertad y con esperanza».

El magisterio de Benedicto XVI se caracteriza por su gran empeño en la cuestión de la verdad de la fe cristiana en la actual situación histórica y en relación a las formas de racionalidad que hoy prevalecen, constató el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.

Y es que el Santo Padre «no es un pensador abstracto», dijo; «sino que es un hombre situado en el mundo, que piensa sobre las cuestiones que acucian al hombre».

Por eso, «su hacer teológico es siempre concreto, basado en la gran realidad histórica de la persona de Jesús de Nazaret, hijo de Dios vivo, venido en carne en un momento de la historia, con rostro humano, presente en la Iglesia; y enraizado en el momento en que se vive».

Hacer posible que hoy también se llegue al encuentro entre el hombre y el Evangelio -«para que el hombre sencillamente sea, y sea en plenitud de vida humana y para siempre»-, es lo que hace que la armonía entre fe y razón sea una prioridad para Joseph Ratzinger, «joven o maduro teólogo, obispo y cardenal prefecto, Papa», trazó el cardenal Cañizares.

La religión según la razón

En su recorrido por momentos fundamentales en la expresión del pensamiento de Ratzinger, mencionó cómo éste «plantea la originalidad del cristianismo, que radica en el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación decisiva».

De esta forma, siguiendo a Ratzinger, «el cristianismo no se vinculó nunca a ninguno de los mitos», «sino con la verdad del «logos»: es la religión según la razón –señaló el cardenal Cañizares-, se refiere a Dios como el Ser, como la Verdad; es la religión de la Verdad», si bien «el Dios cristiano no es sólo Verdad, sino también Amor».

«Y este Dios -prosigue- no es una realidad inaccesible a nosotros, que no podemos encontrar; al contrario, el Dios bíblico ama al hombre y por esto entra en nuestra historia»; «Dios tiene un rostro humano, su rostro es Jesús».

En su itinerario, la originalidad de Ratzinger está en «no renunciar a la respuesta que sólo puede ser ofrecida desde la teología, o más concretamente, de la fe misma, que enriquece la razón, mientras que la razón, marginada de la Revelación, se empobrece a sí misma y deja de ser conductora de una sociedad con futuro», recalcó el cardenal primado de España, actualmente miembro de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe.

De ahí también -constata- que Joseph Ratzinger no haya rehuido «formular los problemas de la Europa de la modernidad sin perder de vista, más bien todo lo contrario, las propuesta de la razón ilustrada, que se iba distanciando de la fe cristiana, arrinconando sus raíces».

Mirada a Europa

Según la perspectiva que ofreció el cardenal Cañizares, «el intento de disolver la historia de Europa, de mirar hacia delante considerando el pasado como paréntesis o mera etapa de crecimiento, pero ya superada, incluyendo el cristianismo como un momento a superar, definen con claridad en el pensamiento del futuro y actual Papa lo que no es Europa ni tiene futuro para ella».

«Europa, en un momento dado de su historia -continuó-, marcado por la ruptura incipiente de fe y razón y la introducción y mantenimiento de la duda como base del progreso, empezó a desconfiar de sí misma y relegó sus raíces, lo moral y lo religioso, a la privacidad, frente a una configuración de la vida pública en la que resulta válido únicamente el agnosticismo moral y religioso».

Pero –advirtió, apuntando el pensamiento de Ratzinger- «relegar a Dios al ámbito de lo privado pone en peligro la supervivencia de Europa, de una sociedad democrática, de un Estado de Derecho».

E insiste fuertemente Ratzinger en que «no existe la posibilidad a largo plazo de la supervivencia de un Estado de Derecho bajo el dogma ateo en vías de radicalización extrema tal y como se manifiesta en el creciente laicismo radical esencial e ideológico»; «no es posible la democracia sin conciencia, y ésta sin estar referida a los valores cristianos», sintetizó el cardenal Cañizares.

En este contexto señaló que «las crisis de Europa son en el fondo crisis de la modernidad», que «es el problema moral originado por la ruptura con la evidencia de los principios originarios inscritos en la naturaleza del hombre, una escisión entre la subjetividad y la objetividad, entre las personas y la naturaleza y la historia, entre la criatura y Dios, entre la razón y la fe».

Un camino posible

De acuerdo con al purpurado, Joseph Ratzinger propone que la razón y la fe avancen de un modo nuevo, superando la limitación impuesta por la razón misma a lo que es empíricamente verificable, y generando nuevos horizontes. «Es la forma de lograr el diálogo genuino de culturas y religiones que necesitamos con urgencia hoy», recalcó, haciéndose eco del Papa.

Quiso igualmente despejar equívocos: «No puede haber ninguna contraposición ni extrañeza entre la fe cristiana y la razón humana porque ambas, a pesar de su distinción, están unidas en la verdad; ambas desempeñan un papel al servicio de la verdad, ambas encuentran su fundamento originario en la verdad».

Y la cuestión de la verdad «es la cuestión fundamental que el hombre debe afrontar»; por eso «la separación llevada al extremo entre la fe y la razón, y la eliminación de la cuestión de la verdad absoluta e incondicionada, de la búsqueda cultural y del saber racional del hombre, son dos de las cuestiones más graves de nuestro tiempo en Occidente», que corre peligro «a causa de aquellas separaciones o contraposiciones», advirtió.

Antes de concluir, el cardenal Cañizares elogió y agradeció la valentía del Papa «para comprometer toda la amplitud de la razón y la grandeza de la fe inseparablemente referidas en su distinción», un camino que llega a «su gran encíclica que nos abre a la gran razón de todo, que es «Dios es amor»».

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ZENIT Staff

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