Cardenal Carlos Amigo: «Para Benedicto XVI el diálogo es el camino para la paz»

Conferencia en Roma del arzobispo de Sevilla

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ROMA, martes, 15 mayo 2007 (ZENIT.org).- Consciente de que el diálogo interreligioso es el camino imprescindible –si bien no fácil- para la paz, Benedicto XVI tiende puentes «bien sólidos» con las religiones no cristianas, constata el cardenal arzobispo de Sevilla Carlos Amigo, antes obispo de Tánger (Marruecos) durante ocho años.

«Diría que no habíamos salido de la capilla Sixtina [los cardenales después del conclave de elección del nuevo Papa, ndr.] –admite– y ya teníamos los oídos llenos de este interés de Benedicto XVI por el diálogo entre musulmanes y cristianos, y por construir puentes de amistad».

El Papa está convencido de que el diálogo interreligioso «forma parte del compromiso de la Iglesia al servicio de la humanidad en el mundo contemporáneo», añade.

«Benedicto XVI quiere hablar de Dios a todos, y oír hablar de Dios a todos»: así inició su conferencia el purpurado español el pasado 3 de mayo, en el ciclo que celebra la Embajada de España ante la Santa Sede con ocasión del 80 cumpleaños del Papa Joseph Ratzinger y del segundo aniversario de su elección a la sede petrina.

«Benedicto XVI y el diálogo interreligioso» es el tema que abordó el cardenal Amigo, aludiendo en repetidas ocasiones al diálogo islamo-cristiano.

«Se habla de alianza de civilizaciones», pero también se habla de choque de civilizaciones»; el caso es que «por unas y otras razones el Islam y los musulmanes no pasan desapercibidos», para unos como «motivo de seria preocupación», mientras que «en otros se despierta la necesidad de un mejor conocimiento de esta religión y de esta cultura», y «para todos sería buen camino el de un respetuoso, recíproco y adecuado diálogo interreligioso e intercultural», planteó el cardenal arzobispo de Sevilla.

El diálogo islamo-cristiano en la Iglesia es antiquísimo, si bien el purpurado hizo especial referencia a la Declaración [del Concilio Vaticano II] Nostra Aetate [s obre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas], un documento «admirable» que «en muy pocas palabras» dice: «respetamos a los musulmanes porque creen en Dios; para nosotros como cristianos esto es lo más grande».

«Y los Papas, uno tras otro, después del Concilio Vaticano II, en todos y cada uno de sus discursos en relación al islam siempre han subrayado este principio fundamental expresado en «Nostra Aestate»» recordó.

Libertad religiosa e identidad de creyentes
En un diálogo de este tipo «sería muy equivocado pensar que lo mejor para una aceptación recíproca sería que cada uno ocultara su fe y sus comportamientos morales y que se limitara a un encuentro meramente humano, social, de cortesía, de carta blanca –advierte el cardenal Amigo–, porque se parte de la sospecha, del miedo a que el interlocutor sea capaz de aceptarnos tal como somos, como creyentes».

Siguiendo el pensamiento de Benedicto XVI, el purpurado recalcó como condiciones indispensables del diálogo interreligioso «la libertad religiosa y la lealtad a la propia identidad de creyentes».

«Si se pretende camuflar la propia identidad, el diálogo resulta falso, engañoso y fraudulento, porque se esconde la realidad de los creyentes», expresó.

«Se trata de un diálogo entre creyentes -insistió-, y si se olvida esta dimensión el diálogo, se queda en un entretenimiento culturalista que ni convierte ni divierte».

En el diálogo con los musulmanes, los temas que mayor interés despiertan en Benedicto XVI son «la persona y la vida», pues « la dignidad de la persona y la defensa de los derechos que de tal dignidad se derivan deben ser el objetivo de todo proyecto social y de todo diálogo», apunta el cardenal Amigo.

Igualmente es importante -sigue-, en el pensamiento del Papa, el hecho de que «la paz no es el final para nosotros, cristianos y musulmanes, sino que la paz es el principio de todo, de nuestra convivencia», «porque somos gente de paz y trabajamos por la paz, y queremos vivir en paz».

«Por eso dice el Papa –prosigue el cardenal Amigo- que la Iglesia quiere ir construyendo puentes de amistad» «y aprender a vivir respetando cada uno la identidad del otro en la defensa de la libertad religiosa, porque sin libertad religiosa es muy difícil poder vivir en dignidad»

No dudó el purpurado en hablar del fundamentalismo, «que tiene sus orígenes en esferas no religiosas», y que lo que origina «es la anulación de la comunicación», impidiendo «cualquier forma de diálogo».

Y recordó en este punto que, para el Santo Padre, refiriéndose al diálogo islamo-cristiano, «no hay espacio para la apatía y el desinterés; y menos aún para la parcialidad y el sectarismo; no se puede ceder al miedo ni al pesimismo», sino que se debe «más bien fomentar el optimismo y la esperanza».

Y es que «el diálogo interreligioso e intercultural es una necesidad vital para los hombres que buscan el bien», reiteró el cardenal arzobispo de Sevilla en la Embajada Española ante la Santa Sede.

Llamamiento apremiante
«En un mundo caracterizado por el relativismo que con demasiada frecuencia excluye la trascendencia de la universalidad de la razón, necesitamos con urgencia un auténtico diálogo entre las religiones y entre las culturas, que pueda ayudarnos a superar juntos todas las tensiones que origina el relativismo», señaló el cardenal Amigo.

«Este diálogo no es un camino fácil, pero es un camino imprescindible -añadió-, y de ello es consciente Benedicto XVI, por lo que ha tratado de construir con las religiones no cristianas puentes, bien sólidos, pero ajenos a cualquier forma de un relativismo complaciente que más que ayudar entorpecería el verdadero diálogo interreligioso».

En síntesis, «para Benedicto XVI el diálogo es el camino para la paz», concluyó.

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ZENIT Staff

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