Cardenal Dziwisz: El viento del funeral de Juan Pablo II “sopla todavía”

El antiguo secretario papal fue recibido ayer por Benedicto XVI

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- “Aquel viento sopla todavía”, afirma el cardenal Dziwisz, refiriéndose al viento que, el día de los funerales de Juan Pablo II, el 8 de abril de 2005, hizo pasar las páginas del gran Evangelio colocado sobre su ataúd, antes de cerrarlo de golpe.

Benedicto XVI recibió este martes en audiencia en el Vaticano al cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, que concelebró, el lunes por la tarde, la Misa en memoria de Juan Pablo II en San Pedro.

El cardenal también concedió una entrevista a Luigi Geninazzi para el diario católico italiano Avvenire sobre la actualidad de Juan Pablo II.

Una peregrinación continua

“La cadena ininterrumpida de fieles que rezaba ante los restos mortales de Juan Pablo II no se ha detenido -explicó quien fuera su compañero durante más de cuarenta años. Cada día, su tumba es meta de una continua peregrinación”.

“Y cuando voy a diferentes zonas del mundo, noto que su figura todavía está viva”, continuó.

“La gente quiere oir hablar de él, quiere profundizar en su enseñanza”, constató el purpurado.

Y añadió: “Ciertamente, la historia continúa y los fieles nutren gran estima y afecto por Benedicto XVI, pero no olvidan a su predecesor”.

Para el cardenal Dziwisz, este 5º aniversario reviste “un significado muy especial” porque coincide con el Viernes Santo.

En este sentido, se refirió al “último vía crucis” del Coliseo seguido por Juan Pablo II desde su capilla privada.

“Él estaba espiritualmente con la multitud del Coliseo, pero su mirada se dirigía al crucifijo -recordó-. Todos lo vieron por televisión, filmado desde atrás, doblado por el sufrimiento e inmerso en la oración”.

“Y todos comprendieron que estaba ofreciendo su sacrificio uniéndolo al de Cristo”, destacó el cardenal Dziwisz.

En su opinión, “en este último vía crucis se resumía toda su vida, todo su ministerio pastoral”.

“Había empezado el pontificado invitando a abrir las puertas a Cristo -recordó-. Y lo concluye abriendo las puertas del mundo a Cristo crucificado”.

“Debemos volver a reflexionar sobre esto -indicó el purpurado-. Sobre todo hoy, en un momento en que la Iglesia vive un profundo sufrimiento”.

Una respuesta valiente

Precisamente, el cardenal Dziwisz recordó cómo respondió la Iglesia cuando estallaron los casos de pedofilia en los Estados Unidos en los primeros años del dos mil.

“Juan Pablo II afrontó el problema con decisión haciendo todo lo que debía hacerse en colaboración con las autoridades judiciales civiles”, recordó.

“Benedicto XVI se mueve en la misma línea y su carta a los obispos irlandeses representa una respuesta fuerte, valiente y eficaz”, afirmó.

Para el purpurado, “debemos hacer justicia a las víctimas, aunque se trate de casos del pasado”.

“Pero al mismo tiempo, debemos defender la imagen de la Iglesia, que está sometida a ataques feroces e injustificados hasta implicar al mismo Santo Padre”, declaró.

“En esto veo un cierto paralelismo con lo que sucedió en Polonia hace tres años”, añadió.

El cardenal polaco se refirió así al caso del nombramiento de monseñor Wielgus como arzobispo de Varsovia.

“Fue una tormenta mediática que afectó a la Iglesia con acusaciones contra obispos y sacerdotes que habrían colaborado con el régimen comunista”, dijo.

Y continuó: “El episcopado dirigió un exhaustivo examen y finalmente se estableció que los casos de colaboración fueron poquísimos y se restableció el honor de la Iglesia”.

“Y así sucederá también después de la prueba de estos días, estoy seguro”, añadió.

La fuerza oculta de su ministerio

Ante la gran cantidad de publicaciones sobre Karol Wojtyla, el cardenal Dziwisz se mostró filósofo.

“En torno a grandes personajes, siempre nacen leyendas -dijo-. En el fondo, son testimonio de amor y de compromiso con Juan Pablo II”

“Las considero unas florecillas como las de san Francisco -añadió-. Eso es: ¡son las florecillas de Juan Pablo II!”.

En referencia a las penitencias corporales, dijo no estar en condiciones de confirmar o desmentir que se las aplicara, pero “no las excluyo”, afirmó.

“Él era muy severo consigo mismo: ayunaba y hacía penitencia durante la Cuaresma y también en otras ocasiones, por ejemplo en la vigilia de las consagraciones episcopales”, reveló.

“Esta práctica ascética era la fuerza oculta de su ministerio pastoral”, afirmó.

Estoy muy confiado

El arzobispo de Cracovia se refirió también al deseo de los fieles de ver a Juan Pablo II beato rápidamente.

“Es un deseo que apareció desde el principio, con el grito: Santo subito! que escuchamos durante los funerales de Juan Pablo II”, explicó.

“Pero este deseo no contradice el respeto a los procedimientos y los tiempos requeridos por el proceso canónico”, continuó.

“Yo siempre he dicho: no tenemos ninguna intención de presionar a Benedicto XVI, a quien corresponde la decisión final”, destacó.

“Cuando lo anuncie, estaremos muy contentos -aseguró-. Pero la elección de la fecha y de las condiciones depende sólo del Papa, que goza de la asistencia del Espíritu Santo”.

El cardenal no quiso pronunciarse sobre el eventual reconocimiento de la curación de una religiosa francesa enferma de Parkinson como un “milagro” -sobre el que un diario polaco expresó dudas, desmentidas por el Vaticano.

“Yo no formo parte de la comisión médica ni de la de teólogos”, recordó.

“Sin embargo, tenemos noticias de muchísimas curaciones y gracias recibidas por la intercesión de Juan Pablo II”, destacó.

“Ciertamente, los tiempos se alargarían más si se hiciera necesario el examen de otro caso”, reconoció, “pero es una hipótesis que no quiero tomar en consideración”.

Y concluyó, “vamos a atenernos a los hechos; yo estoy muy confiado”.

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ZENIT Staff

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