Cardenal Etchegaray: «La paz es todavía posible en Irak y para Irak»

Exige el compromiso de todos para los próximos días decisivos

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CIUDAD DEL VATICANO, 17 febrero 2003 (ZENIT.org).- El enviado especial de Juan Pablo II a Irak, el cardenal Roger Etchegaray, declaró este domingo que «la paz es todavía posible en Irak y para Irak».

En una declaración concedida a los periodistas antes de emprender el regreso a Roma, el purpurado confesó en Bagdad que «entre los grandes nubarrones que se ciernen sobre nosotros en estos momentos, parece abrirse un pequeño claro».

«Pero que nadie baje los brazos –advirtió–. El nuevo y breve respiro que se ha dado debe ser utilizado por todos a tiempo completo y en espíritu de confianza recíproca para responder a las exigencias de la comunidad internacional. El paso más pequeño en estos próximos días tiene el valor de un gran salto hacia la paz».

Por lo que se refiere a su entrevista con el presidente iraquí Sadam Huseín, que tuvo lugar el pasado sábado, el cardenal vasco-francés explicó que «manifestó una larga y profunda escucha de una palabra viva que viene de Dios y que todo creyente, descendiente de Abraham, acoge como el fermento más seguro para la paz».

«Al dejar esta tierra injustamente aislada de otras, yo quisiera ser algo más que el simple eco, el altavoz de una aspiración de un país que tiene necesidad urgente de paz», dijo por último el cardenal. Y concluyó: «Sí, la paz es todavía posible en Irak y para Irak. Vuelvo a Roma gritándolo más fuerte que nunca».

Publicamos la declaración íntegra del cardenal Etchegaray.

* * *

Acabo de vivir en Irak jornadas de una intensidad extraordinaria en comunión con el que me ha enviado, el Papa Juan Pablo II. Pocas veces he sentido tan profundamente que yo no era sólo su mensajero de paz, sino que él mismo estaba presente. No he hecho más que seguirle en medio de las comunidades cristianas, en medio de todo el pueblo iraquí, ante el presidente Sadam Huseín, quien manifestó una larga y profunda escucha de una palabra viva que viene de Dios y que todo creyente, descendiente de Abraham, acoge como el fermento más seguro de la paz.

Al dejar esta tierra injustamente aislada de otras, yo quisiera ser algo más que el simple eco, el altavoz de una aspiración de un país que tiene necesidad urgente de paz.

Entre los grandes nubarrones que se ciernen sobre nosotros en estos momentos, parece abrirse un pequeño claro. Pero que nadie baje los brazos. El nuevo y breve respiro que se ha dado debe ser utilizado por todos a tiempo completo y en un espíritu de confianza recíproca para responder a las exigencias de la comunidad internacional. El paso más pequeño en estos próximos días tiene el valor de un gran salto hacia la paz.

Sí, la paz es todavía posible en Irak y para Irak. Vuelvo a Roma gritándolo más fuerte que nunca.

[Traducción del original francés realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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