Cardenal Kasper: La división entre los cristianos, «uno de los peores males de la Iglesia»

En un encuentro Ecuménico de Barcelona

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BARCELONA, martes, 20 febrero 2007 (ZENIT.orgVeritas).- El cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos, afirmó el 19 de febrero, en Barcelona, constató que «la división entre los cristianos es uno de los peores males de la Iglesia».

Además explicó que por fin «se ha tomado conciencia de que la división de los cristianos es un escándalo mundial» y que «aunque las diferencias teológicas son evidentes», tenemos «grandes puntos en común, como el Bautismo».

El cardenal ofreció una rueda de prensa en el contexto de la presentación del «Encuentro Ecuménico» que ha abordado entre el 19 y el 20 de febrero el tema del ecumenismo espiritual y de la caridad en clara dirección a la «III Asamblea Ecuménica Europea».

El purpurado estuvo acompañado durante el acto por el delegado diocesano de Ecumenismo de Barcelona, monseñor Jaume González Agapito. En su intervención Kasper afirmó que el ecumenismo es un «proceso de llegar a unir la Iglesia» y significa «una aproximación de las iglesias que se encuentran separadas pero unidas en el sentido de que todas son cristianas».
<br> El cardenal alemán afirmó que la «polémica no está entre los tipos de cristianos sino entre los creyentes y los no creyentes».

Además explicó que «el ecumenismo no es sólo para entendidos y teólogos» y que «el Dicasterio de Roma pretende acercar la Iglesia a la gente bajo el precepto de que el ecumenismo es el verdadero corazón de la Iglesia».

También afirmó que «el ecumenismo no constituye la fusión entre diferentes empresas sino un don del Espíritu Santo».

El presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos no dudó en calificar el ecumenismo como «la verdadera cantera de la Iglesia del futuro» ya que se trata «de conseguir un tono común cristiano para las Iglesias a través de un proceso lento de muños años».

Además admitió que el ecumenismo constituye un proceso que obliga a la conversión, ya que como lo calificó el Papa Juan Pablo II «no hay ecumenismo sin reforma interior».

Finalmente, manifestó que «la espiritualidad no es posible sin la teología y el diálogo teológico» y aclaró que no consiste en «algo de carácter interno o privado sino algo que nace en proyección a la sociedad».

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ZENIT Staff

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