Cardenal Murphy-O'Connor: «Nos sentimos huérfanos»

El arzobispo de Westminster comenta la muerte de Juan Pablo II

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LONDRES, miércoles, 6 abril 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Cormac Murphy-O’Connor ha puesto de relieve el impacto de Juan Pablo II en el diálogo ecuménico, especialmente con la Comunión Anglicana.
El arzobispo de Westminster habló con Zenit el pasado domingo, antes de viajar a Roma, para participar en el funeral papal y el posterior cónclave.

–¿Cómo se ha recibido en Inglaterra la noticia de la muerte del Papa?

–Cardenal Murphy-O’Connor: Naturalmente, como en toda la Iglesia católica, nos sentimos tristes y, en cierto modo, huérfanos por la muerte del Papa Juan Pablo. El dolor auténtico y la tristeza de todo nuestro pueblo católico, aquí en Gran Bretaña, es evidente.

Hay también un sentimiento de agradecimiento a Dios por habernos dado un Papa como éste que ha liderado la Iglesia durante 27 años con un carisma y fe tan valientes y porque ha sido un pontificado estupendo.

Gracias a Dios la gente experimenta una sensación de comprensión, de satisfacción de que sus sufrimientos se han acabado y que está con el Señor.

–Este Papa trabajó por tender puentes en las brechas entre pueblos y promovió la unidad y el ecumenismo. ¿Podría comentar algo sobre este tema al que usted está tan cercano?

–Cardenal Murphy-O’Connor: Bien, no hay duda de que el Papa Juan Pablo II llevaba muy en el corazón el ecumenismo y la unidad de la Iglesia. Especialmente se centró, pienso, en una más completa unidad con la Iglesia ortodoxa, pero también mucho en la aproximación a las iglesias anglicanas, especialmente aquí en Gran Bretaña.
Y aunque pienso que ha sido doloroso, por una parte, que no hayamos podido acercarnos más desde el punto de vista doctrinal, no hay duda de que su afecto por el arzobispo de Canterbury, y su empeño en favor del ecumenismo fue muy claro.

–¿Hay alguna anécdota que usted recuerde que ponga de manifiesto este aspecto del Papa?

–Cardenal Murphy-O’Connor: Si pensamos en términos de ecumenismo, siempre recuerdo un encuentro del arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, con Juan Pablo II. El Papa le cogió del brazo y dijo: «Colegialidad afectiva que nos puede llevar a la colegialidad efectiva».

En otras palabras, que el calor de la oración, el testimonio conjunto y la amistad entre cristianos –la Iglesia anglicana y la Iglesia católica– podría conducirnos a una colegialidad más efectiva. Que la misma institución, en materia de doctrina y autoridad, crezca con una cercanía mayor fue muy conmovedor.

–¿Quiere añadir algo más?

–Cardenal Murphy-O’Connor: Hay muchas mas cosas que uno podría decir sobre el Papa Juan Pablo pero lo interesante es que en todo el mundo la gente está recordando lo que dijo y lo que hizo. Sobre todo, la memoria de un hombre notable, completamente único, que el buen Dios nos dio como Papa por un largo tiempo, y cuya memoria será atesorada para siempre.

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ZENIT Staff

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