Cardenal Rouco: “El hombre alcanza su belleza cuando se identifica con Dios”

En el décimo aniversario de la Carta de Juan Pablo II a los artistas 

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MADRID, martes, 28 de abril de 2008 (ZENIT.org) .- El arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidió este domingo una Misa en la basílica de San Miguel de Madrid con motivo del décimo aniversario de la Carta a los artistas de Juan Pablo II. 

En la homilía, señaló que «el hombre alcanza su belleza cuando se identifica con Dios», por lo que «cuando se vence el pecado en la vida, se está abriendo el camino de la belleza en el mundo».  

También dijo que el hombre que conoce a Cristo, «el más hermoso de los hombres, llega a conocer la expresión esplendorosa de la gloria de Dios y la hace suya». 

«El hombre ha nacido para la belleza» y «la misión de la Iglesia es conseguir que los hombres vayan viviendo su vida de tal manera que alcancen y experimenten la belleza gloriosa del Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por nosotros», añadió. 

En este sentido, dijo que «todo hombre tiene la vocación de ser artista y vivir de la belleza de Dios» y calificó a la persona humana como aquella «que ha conocido la belleza de Dios y quiere dejarse empapar de ella añadió. 

También indicó que el cristiano es aquel que «quiere vivir esa experiencia en la máxima de sus potencialidades y llegar a Dios de la manera más cercana, que es la de Cristo» y explicó que «la belleza de Dios se transmite a través de la maravilla de los sacramentos de la Iglesia». 

Finalmente, destacó que la Carta a los artistas descubre «toda la riqueza y la belleza del don que hemos recibido al ser cristianos y toda la posibilidad de hacer el bien que tenemos los cristianos». 

Al acabar la Eucaristía, tuvo lugar un acto en el que personalidades destacadas de varias expresiones artísticas leyeron el texto de la Carta a los artistas

Ese documento publicado en 1999 explica que las obras de arte reflejan el esplendor del espíritu y anima a los artistas a poner su talento al servicio de la humanidad entera.  

Entre otras cosas, propone un diálogo entre la experiencia religiosa y la artística, e invita a reflexionar sobre el íntimo y fecundo diálogo entre la Sagrada Escritura y las diversas formas artísticas, del que han surgido innumerables obras maestras. 

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ZENIT Staff

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