Cardenal Ruini: El desafío de la evangelización en un mundo, la verdad

Este anunció exige vivir el mandamiento del amor, constata

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ROMA, martes, 20 enero 2004 (ZENIT.org).- El desafío de la evangelización en una sociedad relativista consiste en aceptar o rechazar una religión sin verdad, considera el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

El cardenal Camillo Ruini, obispo vicario para la diócesis de Roma, centró en la posibilidad de anunciar la verdad la relación que pronunció en la tarde de este lunes ante la reunión del Consejo Permanente de esa Conferencia de obispos.

La aceptación del Evangelio como verdad, constató, tiene hoy dos muros: la mentalidad cientificista –que sólo da valor a las ciencias experimentales– y el relativismo –según el cual existen muchas verdades–.

Para ilustrar su preocupación, el purpurado italiano se basó en el último libro que ha escrito el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «Fe, verdad, tolerancia – El cristianismo y las religiones del mundo», que por el momento sólo se ha publicado en Italia (Cantagalli).

«La revelación cristiana y la vida que de ella surge tienen, en el contexto social y cultural moderno, todas las capacidades para presentarse como palabra de verdad y camino de salvación», constató.

«El cambio radical de la mente y del corazón que exigen –la «conversión» en su pleno sentido evangélico– no significa la destrucción, sino el máximo cumplimiento de las reivindicaciones y de las expectativas presentes tanto en las grandes religiones y culturas no cristianas», como «de la civilización científica y tecnológica, con su peculiar forma de racionalidad».

«Por este motivo –subrayó–, la misión cristiana, en este momento en el que el mundo se hace cada vez más interdependiente y en cierto sentido cada vez más pequeño, no sólo es un deber, sino es también totalmente posible».

«También hoy la fe cristiana, coherentemente vivida –concluyó– conserva, a pesar de las apariencias contrarias y de ciertas opiniones, su capacidad para tocar el corazón de los hombres, precisamente porque reconoce en el mandamiento del amor la ley suprema y el sentido profundo de la existencia, tanto personal como social».

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ZENIT Staff

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