Cardenal Tong: 'Hay que buscar una solución urgente al caso de monseñor Ma Daqin'

Reacciones tras el abandono del nuevo obispo auxiliar de Shanghai de la Asociación Patriótica

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ROMA, lunes 16 julio 2012 (ZENIT.org).- Reaccionando a las recientes y polémicas ordenaciones de Harbin y Shanghai, China, el cardenal John Tong Hon, obispo católico de Hong Kong, ha declarado este fin de semana que solo la restauración de un diálogo entre el Vaticano y Pekín podría resolver la crisis, y que «era de la más alta importancia encontrar una solución al caso de monseñor Ma Daqin».

El cardenal –informa la agencia Ecglises d’Asie–, que sigue muy de cerca los asuntos de la Iglesia en China, especialmente en el seno del Centro de Estudios del Santo espíritu del que sume al presidencia desde hace más de treinta años, se expresaba tras las ordenaciones episcopales de los días 6 de julio en Harbin y 7 de julio en Shanghai. En Harbi, las autoridades chinas han hecho proceder a una ordenación ilegítima, no habiendo recibido el candidato al episcopado el mandaro pontificio, convocando a obispos legítimos (es decir en comunión con Roma) para ordenarle. En Shanghai, estas mismas autoridades han intentado perturbar la ordenación del obispo auxiliar –el cual había recibido el mandato pontificio- imponiendo la presencia de un obispo ilegítimo entre los obispos presentes en la catedral. Pero su plan se frustró en la medida en que el obispo ilegítimo en cuestión fue mantenido finalmente al margen del altar y sobre todo porque el obispo ordenado, monseñor Ma Daqin, declaró públicamente que dimitía de las responsabilidades que ocupaban hasta entonces en la Asociación Patriótica de los católicos chinos. Después, monseñor Ma Daqin, que no se ha expresado más no ha aparecido en público, parace ser objeto de un control muy estricto de las autoridades y no tener libertad de movimientos.

Con el tono reposado que le caracteriza, el cardenal Tong ha recordado que China no logrará la armonía social a la que sus dirigentes aspiran a menos que el gobierno chino respete los derechos humanos y las religiones. Sin ello, explicó, la imagen internacional del país seguirá siendo mala y la dignidad del pueblo chino, la justicia y el bienestar al que tiene derecho seran burlados. En lo que concierne al nuevo obispo auxiliar de Shanghai, «sólo un diálogo [entre Pekín y el Vaticano] permitirá llegar a una solución favorable para cada una de las partes (‘ganador-ganador’)», precisó el cardenal, añadiendo «tener admiración por el coraje» del que ha dado prueba monseñor Ma Daqin. Uno de los frutos inmediatos de la actitud del nuevo obispo es de haber reprochado a los fieles de las comunidades «oficiales» y «clandestinas», «lo que es una buena cosa para la Iglesia de China», añadió.

En cuanto a la ordenación episcopal ilegítima del padre Yue Fusheng en Harbin, el cardenal Tong se contentó con subrayar que las autoridades chinas no ganaban nada con proceder a tales ordenaciones. «Los obispos ilícitamente ordenados se encuentran aislados, mantenidos al margen por los católicos», explicó, añadiendo que las presiones que se habían ejercido cobre los obispos legítimos para que fueran a ordenar al padre Yue Fusheng eran ya conocidas. «Hemos sabido que, para estas ordenaciones [ilícitas], algunos de los obispos que han tomado parte han sido recompensados por su participación con fuertes sumas de dinero o de otros bienes materiales. Me parece que esto se parace a intentos de corrupción», reveló el cardenal arzobispo de Hong Kong.

Además, según informaciones de la agencia Ucanews, la presión ejercida por las autoridades chinas sobre la diócesis de Shanghai tras el gesto hecho el 7 de julio por monseñor Ma Daqin no se relaja. Hoy, 16 de julio, siete sacerdotes y dos religiosos de la diócesis han sido convocados por las autoridades municipales y largamente interrogados. «Los interrogatorios han durado hasta ocho horas seguidas. Han sido privados de alimento y de descanso; estamos inquietos por su salud física y mental», precisa una fuente citada por la agencia católica.

En la parroquia de uno de los sacerdotes en cuestión, los fieles acudieron mucho más numerososde lo acostumbrado a la misa del lunes por la mñana. «Tras misa, numerosos feligreses permanecieron en el coro de la iglesia, deseosos de hablar con el párroco, pero, como no estaba, se quedaron a rezar en silencio», informa la misma fuente.

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ZENIT Staff

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