Cardenal Van Thuân: Los católicos de China, más unidos que nunca

El purpurado de visita por España

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MADRID, 14 febrero 2002 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y Paz, el cardenal vietnamita François Xavier Nguyên Van Thuân, reveló este martes que los católicos chinos, patrióticos y no patrióticos, están más unidos que nunca.

En una rueda de prensa celebrada en la nunciatura apostólica de la Santa Sede, en Madrid, el purpurado recordó que los católicos que forman parte de la Asociación Católica Patriótica, una especie de Iglesia controlada por el régimen comunista, rezan diariamente por el Papa, en las sedes de sus obispados y en los seminarios.

El cardenal Van Thuân se encuentra de visita en España para presentar los últimos libros que ha publicado, encontrarse con comunidades cristianas, y pronunciar conferencias.

El problema, según el purpurado para la Iglesia católica, es que «las religiones son consideradas como una oposición al régimen que existe en China Popular».

Si bien no hay datos oficiales, se calcula que los católicos en China son unos once millones, algo más de la mitad se mantienen fieles a Roma.

El cardenal mostró su preocupación por la crisis de vocaciones y de indiferencia que se puede constatar en Europa occidental. Ahora bien, explicó, en esa situación percibe la mano del Espíritu Santo que suscita nuevos movimientos eclesiales, en los que el Papa ve el futuro de la Iglesia en China.

Al mismo tiempo, el cardenal Van Thuân, que pasó trece años en las cárceles de Vietnam, aseguró que la situación de la Iglesia en su país ha mejorado desde hace diez años. De todos modos, reconoció que el Gobierno sigue imponiendo limitaciones a la entrada de alumnos en los seminarios. A pesar de ellos, hay unos 700 seminaristas en el país, reveló.

El cardenal se negó a comentar las afirmaciones de los periodistas que le presentaban como «papable» en el caso de que fallezca Juan Pablo II, dejando en manos del Espíritu Santo la designación del obispo de Roma.

El cardenal confesó por último que lo que le dio fuerza para subsistir en la cárcel fue que el que católicos de todo el mundo rezaran por él, así como la misa que celebraba diariamente con pequeños trozos de pan y algo de vino que había pedido a sus carceleros como medicina.

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ZENIT Staff

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