Cardenal Zen: La nueva ordenación episcopal ilegítima en China, «indecente y pasmosa»

El purpurado apremia a las autoridades chinas a iniciar el diálogo con la Santa Sede

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XUZHOU/HONG KONG, viernes, 1 diciembre 2006 (ZENIT.org).- El jueves tuvo lugar en Xuzhou (China), de la mano de autoridades del país, una nueva ordenación episcopal ilegítima (sin el consentimiento del Papa), precedida y acompañada de «métodos indecentes, casi inimaginables», denuncia el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, obispo de Hong Kong.

El Gobierno chino permite la práctica religiosa en su país sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP) –cuyo estatuto recoge la creación de una Iglesia nacional desgajada de la Santa
Sede-.

De ahí que afirmen una diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa, formando la Iglesia «no oficial» o «clandestina».

Para la ordenación episcopal del jueves -como adelantaba la víspera la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews.it»-, personal de la Oficina de Asuntos Religiosos llegó a secuestrar (bajo engaño) a dos obispos de la provincia de Hebei, a fin de obligarles a su participación. Ambos pertenecen a la Iglesia «oficial», pero sus respectivas ordenaciones fueron aprobadas por el Vaticano.

Se trató del obispo de Hengshui –monseñor Pedro Feng Xinmao- y del de Cangzhou (Xianxian) –monseñor Li Lianghi-. Éste último consiguió escapar.

No sólo era imposible contactar con los prelados secuestrados, sino que, como alertó la agencia del PIME, otros dos obispos que debían tomar parte en la ceremonia estaban en aislamiento y sometidos a fuertes presiones físicas y psicológicas: monseñor José Zhao Fengchang -obispo de Liaocheng (Shandong)- y monseñor José Xu Honggen –de Suzhou-, ambos ordenados con el permiso de la Santa Sede.

Advierte la agencia del PIME que el secuestro de obispos y la coacción se han convertido, para las autoridades chinas, en el única forma de lograr la presencia de obispos en las ordenaciones ilegítimas, pues ya casi todos los prelados de la Iglesia «oficial» rehúsan ordenar –o los candidatos ser ordenados- si no hay permiso pontificio.

En el marco de esta última ceremonia, también el candidato a la ordenación episcopal, el padre Wang Renlei –de 36 años de edad-, estaba en total aislamiento; tampoco se podía contactar con él por teléfono.

Apunta «AsiaNews.it» que el libro que se imprimió para seguir la ceremonia llevaba el escudo y el lema del ordenando, e incluía el juramento que el nuevo obispo debía pronunciar, en el que se profesa obediencia a la Constitución china, atención para proteger la unidad de la patria y compromiso para construir la sociedad socialista.

Sin la aprobación de la Santa Sede, la ordenación episcopal se celebró en cualquier caso. El lugar fue la catedral del Sagrado Corazón en Xuzhou.

Relata «AsiaNews.it» que monseñor Qian Yurong –de 94 años, es el obispo de la diócesis-, que originalmente debía presidir la ceremonia, permaneció sentado todo el tiempo, asistiendo al rito. Es uno de los pocos obispoS de la Iglesia «oficial» que no está en comunión ni reconciliación con la Santa Sede y que es conocido por sus posturas filo-gubernativas.

En cuanto a cifras, apuntaba hace semanas el cardenal Zen que el hecho de que un 85% de los obispos de la Iglesia «oficial» cuente con la aprobación de la Santa Sede demuestra que han prevalecido la resistencia y determinación pacífica de los católicos de alcanzar la comunión plena con Roma.

En la ceremonia del jueves, la AP había emplazado a otros obispos de las diócesis vecinas, quienes celebraron el rito. Presidió la ordenación el obispo Zhao Fengchang -de Yanggu-Liao Cheng (Shandong)-. Entre los concelebrantes se encontraban monseñor Xu Honggen -de Suzhou- y monseñor Lu Xinping -de Nanjing-. Según algunos testigos, monseñor Feng Xinmao (uno de los secuestrados) sólo asistió al rito, sin tomar parte en él.

Asimismo estuvieron presentes una decena de sacerdotes, el vicepresidente de la AP -el laico Antonio Liu Bainian- y algunos cientos de fieles, cuando lo normal es que en estos acontecimientos se reúnan miles de personas.

A la celebración del jueves le han precedido otras dos ordenaciones episcopales ilegítimas «de la mano» de la Asociación Patriótica (AP). Ocurrieron el pasado 30 de abril y el 2 de mayo.

El hecho representó «una grave herida a la unidad de la Iglesia» y «una grave violación a la libertad religiosa» -dadas las presiones a las que se vieron sometidos candidatos y sacerdotes-, como denunció el entonces portavoz de la Santa Sede (Zenit, 4 mayo 2006).

Denuncia y llamamiento del cardenal Zen

Analizando el suceso del jueves, el cardenal Joseph Zen Ze-kiun sintetizó en «AsiaNews.it» que la ordenación ilegítima fue organizada «con métodos indecentes, casi inimaginables».

En cuanto a que, para organizarla, la AP y la Oficina de Asuntos Religiosos secuestraran a dos obispos -para que dieran una nota de «oficialidad» al rito-, subrayó que esta decisión «es pasmosa». «Ninguno se esperaba algo así. Estas personas están verdaderamente empeñadas en querer destruir la unidad de la Iglesia», alertó.

El purpurado subraya la mayor gravedad de esta nueva ordenación respecto a las precedentes, según una declaración oficial suya, difundida por la agencia del PIME. Ofrecemos su traducción:

Es difícil entender cómo es que hay personas que actúan de manera obstinada para la destrucción. Con la excusa de servir a la Iglesia, obran para destruir la unidad. La ordenación ilegítima de un obispo en Xuzhou el 30 de noviembre hace aún más evidente como aquellos con intereses ocultos tienen un miedo terrible a que la Iglesia, un día, pueda actuar normal y libremente según sus propias reglas.

Los organismos ajenos a la Iglesia siguen utilizando el poder que les ha dado el Estado para sostener a los católicos que traicionan, perjudicando el verdadero bien común de la nación.

Lo que ha sucedido esta vez es aún más grave que lo que se verificó entre finales de abril y comienzos de mayo porque:

1. En aquel momento la Santa Sede declaró una vez más que tales ordenaciones ilegítimas constituyen una falta muy seria, de la que se derivan sanciones previstas por la Ley Canónica.

2. El gobierno central, tras aquellos hechos, había invitado a una delegación de la Santa Sede a Pekín y había prometido no promover más tales ordenaciones.

3. Para alcanzar su objetivo, esta vez han empleado no sólo amenazas, promesas y engaños, ¡sino hasta secuestros!

De esto han intentado echar la culpa a la Iglesia local, guiada por un obispo de 94 años, y esto les hace sencillamente ridículos.

Por amor a nuestra Patria y a nuestra Iglesia nos dirigimos a nuestros más altos líderes: por favor, no permitan a más personas que ignoran el verdadero bien de la nación que sigan dañando nuestra Iglesia, hiriendo los sentimientos de innumerables fieles y haciendo que nuestra nación se convierta en el hazmerreír de la familia mundial.

Basándonos en el primordial principio de la armonía, les imploramos que adopten la firme decisión de emprender un diálogo sustancial con la Santa Sede, para hallar un camino aceptable para ambos, el Estado y la Santa Sede, a fin de que la Iglesia en nuestra nación pueda obrar normalmente y los fieles puedan ofrecerse y contribuir al verdadero bien de la nación.

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ZENIT Staff

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