"Caridad en la verdad", la tercera encíclica de Benedicto XVI

Después de «Deus caritas est», dedicada al amor, y «Spe salvi» a la esperanza

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 6 de julio de 2009 (ZENIT.org).- El mundo católico y cientos de instituciones sociales están a la espera de la tercera encíclica del Papa Benedicto XVI «Caritas in veritate» (Caridad en la verdad), firmada el pasado 29 de junio, en la fiesta de San Pedro y San Pablo, que será publicada este martes.

Dos encíclicas la han precedido: el amor fue su punto de partida con la publicación de «Deus Caritas est» firmada en diciembre de 2005. Esta encíclica fue seguida por otra sobre la esperanza, «Spe Salvi«, publicada en noviembre de 2007.

Dios es amor

El pontífice comienza su primera encíclica explicando de manera teórica los dos tipos de amor.

El primero, el eros, identificado más como el amor entre un hombre y una mujer es visto por los griegos como una «locura divina». Su Santidad aclara que debe ir más allá de de la «chispa inicial» y debe ir iluminada con la voluntad y la razón que lo purifican.

Luego se refiere al segundo tipo de amor: el ágape, amor de amistad dispuesto al sacrificio.

Ambos tipos de amor no se anteponen sino más bien, se encuentran para que se realice mejor la esencia del amor general que tiende hacia su modelo más perfecto y sublime que es Dios mismo.

En la práctica el Papa quiere mostrar que «la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones».

En la segunda parte de Deus caritas est, Benedicto XVI se refiere a la caridad cristiana diciendo que el papel de la Iglesia no puede ser el de un servicio meramente asistencialista. Señala que es necesario ver en el hermano el rostro sufriente de Cristo.

«Toda la actividad de la Iglesia es una expresión de un amor que busca el bien integral del ser humano: busca su evangelización mediante la Palabra y los Sacramentos, empresa tantas veces heroica en su realización histórica; y busca su promoción en los diversos ámbitos de la actividad humana», dice el Pontífice

Por tanto, asegura en su primera encíclica, «el amor es el servicio que presta la Iglesia para atender constantemente los sufrimientos y las necesidades, incluso materiales, de los hombres».

Así la justicia adquiere una mayor fuerza y va más allá de la distribución equitativa de bienes. Llega al corazón del hombre, le hace ver su dignidad humana y la imagen de Dios, tantas veces herida por actos de injusticia.

La verdadera esperanza

En su segunda encíclica, lanzada en el adviento de hace dos años, Su Santidad explica cómo la esperanza se convierte en el motor que permite al hombre llenar de sentido cada día de su vida, haciéndose pleno solamente si mira hacia la eternidad.

Aprovecha este tiempo litúrgico para decir: «Según la fe cristiana, la ‘redención’, la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino».

La encíclica muestra que la esperanza cobra verdadero sentido cuando el hombre deja de poner esta virtud sólo en estructuras creadas por él mismo y queriendo hallar respuestas en la ciencia, la economía o la política.

«Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar», escribe el Papa.

Sistemas políticos, como el marxismo, han buscado consolidar en esta tierra un reino donde el mal esté totalmente ausente. Pero, aclara el pontífice, esta ilusión es totalmente utópica, porque cada comunidad está compuesta por seres humanos cuya libertad muchas veces está inclinada hacia el mal.

«La esperanza bíblica del reino de Dios ha sido reemplazada por la esperanza del reino del hombre, por la esperanza de un mundo mejor que sería el verdadero ‘reino de Dios'», señala Benedicto XVI

El Papa sin embargo, da una visión de esperanza, diciendo que el hombre es tan valioso que por eso Dios mismo decide hacerse uno de nosotros.

Asegura, pues, que huir del dolor nunca será la solución al sufrimiento porque lo necesario es aceptarlo y madurar en él y encontrar un sentido mediante la unión con Cristo.

El pontífice muestra cómo «Dios es el fundamento de la esperanza»; «pero no cualquier dios», advierte, «sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto».

Caridad en la verdad

Con su tercera encíclica, el Papa pretende enriquecer el magisterio social pontificio. La última de este carácter fue publicada 1991. Se trata de «Centesimus Annus» de Juan Pablo II, al conmemorar el primer centenario de la «Rerum Novarum» de su predecesor León XIII sobre la cuestión de los trabajadores.

Benedicto XVI ha explicado que «Caritas in Veritate» es una actualización de la «Populorum Progressio«, escrita por Pablo VI y publicada en 1967.

«Quiere profundizar algunos aspectos del desarrollo integral de nuestra época, a la luz de la caridad en la verdad», aseguró el durante el rezo del Ángelus el pasado 29 de junio.Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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