Caritas exhorta a la comunidad internacional para que apoye a Afganistán

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CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 7 junio 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el llamamiento redactado por Caritas Internationalis, red mundial de instituciones católicas de ayuda, lanzado con motivo de la inminente Conferencia Internacional de Apoyo para  Afganistán.

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El próximo 12  de junio, se celebrará en Francia la Conferencia Internacional de Apoyo para  Afganistán, que será co-presidida por el Presidente Sarkozy, el Presidente Karzai y el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon. Este foro quiere reafirmar el apoyo político internacional al  Gobierno de la República Islámica de Afganistán y al pueblo afgano. Por otra parte, se presentará la nueva Estrategia de Desarrollo para Afganistán, un plan exhaustivo quinquenal para mejorar la gobernanza, la seguridad, el crecimiento económico y reducir la pobreza en el país.

Esperanzo con impaciencia este importante evento, Caritas Internationalis exige con urgencia que todo los interesados reorganicen sus prioridades, de manera que mitigar la pobreza y promover  la justicia social sean lo objetivos principales de todas la iniciativas de desarrollo que se propongan.

Afganistán hoy en día

En los últimos 6 años, desde que el Acuerdo de Bonn estableciera inicialmente un gobierno de transición, Afganistán ha vivido cambios significativos, incluyendo el establecimiento de un Gobierno nacional, un Parlamento y un Presidente, elegidos democráticamente, mejoras sin precedencia en la salud y la enseñanza, así como un crecimiento en económico que se expresa con dos cifras.

Sin embargo, para reconstruir una economía y un Estado se necesitan décadas y actualmente Afganistán sigue siendo unos de los países más pobres de Asia, con indicadores de desarrollo que figuran entre los más bajos del mundo. Afganistán ocupa el número 174, de los 178 países que figuran en el  Índice del Desarrollo Humano 2007 (IDH) del PDNU, y en la Estimación de la Vulnerabilidad y el Riesgo Nacional Afgano de 2007 (NRVA), encontramos que se estima que el 45 por ciento de la población tiene problemas para cubrir sus necesidades alimenticias cotidianas.  Se estima que otro 20 por ciento vive en una situación un poco mejor, pero siempre vulnerable a contingencias.

En 2008, la carestía registrada en todo el mundo es particularmente aguda en Afganistán, y potencialmente podría provocar una crisis humanitaria. Afganistán depende constantemente de la importación de alimentos, por ejemplo, el trigo de Pakistán e Irán, que están reduciendo mucho sus exportaciones. Los precios en la capital, Kabul, se han duplicado ampliamente desde el año pasado, y el PMA lanzó una llamada por valor de 80millones de USD, el pasado mes de enero, que se cerrará en junio. Además, el aumento de los precios ya ha causado numerosas manifestaciones y huelgas en todas las regiones del país, creando una situación que mina las estrategias de resistencia de millones de personas.

La reducción de la pobreza y la promoción de la justicia social

El desarrollo es el proceso de construir capacidades, en las comunidades y los hogares, tanto en ámbito social como económico, con el fin de reducir la pobreza y la vulnerabilidad y promover la justicia social, que significa la existencia de un sistema socio-político y económico que sea justo.

Las causas de la pobreza y su  perpetuación en Afganistán son multidimensionales. La pobreza es el resultado de pasadas décadas de conflictos violentos y constantes amenazas, infraestructuras y mercados limitados, estructuras gubernamentales descentralizadas y nacientes, desplazamientos de masa, discriminación y fragmentación social, regulares imprevistos en el sustento de las comunidades, incluyendo sequías, inundaciones y enfermedades, limitados terrenos cultivables, degradación medioambiental y otros numerosos factores. La importancia y persistencia de estos factores varían según las regiones y las comunidades. Además, el regreso forzado de millones de ciudadanos afganos de Pakistán e Irán supone una amenaza constante.

Considerando este contexto, no es una tarea fácil conseguir una reducción duradera de la pobreza y la promoción de la justicia social, que correspondan a proyectos diferenciados y de ayuda a corto plazo. Para poder afronta realmente la pobreza y la injusticia social en Afganistán, las comunidades deben sentir como propias las iniciativas que se pongan en marcha, construyendo sobre la base de puntos de fuerza y oportunidades ya existentes. Para que sean eficaces y duraderos, los programas de desarrollo deben afrontar las causas subyacentes de la pobreza y la injusticia, y mantener una ayuda concordada, bien coordinada y a largo plazo.

La eficacia de la ayuda al desarrollo y la percepción pública

Las iniciativas de desarrollo en Afganistán deben afrontan grandes retos, incluyendo la creciente inseguridad, las economías ilegales, el amplio y diverso empeño internacional, tanto militar como civil, las nacientes instituciones estatales y sus limitadas pero crecientes capacidades, y el complejo contexto humanitario y de desarrollo. Estos retos no sólo han desacelerado el desarrollo, sino que incluso han reducido la eficacia de ayuda.

La eficacia de la distribución de la ayuda en Afganistán ha recibido muchas críticas de retrasos. Se han registrado quejas porque gran parte de la ayuda que pasa a través del Gobierno de Kabul e importantes financiaciones internacionales van en ganancias para corporaciones o caros asesores internacionales. Como resultado de esas irregularidades, algunos donantes vinculan su ayuda estipulando que determinados porcentajes sean destinados a mano de obra y materiales importados – con gran frecuencia de sus propios países. En 2006, un informe de seguimiento a la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda, refería que la mitad de toda la ayuda a Afganistán está vinculada. El resultado final de estos acuerdos, las ganancias corporativas y la relevancia de los asesores, es que llegan menos fondos a las comunidades afganas.

Por otra parte, muchas partes interesadas, internacionales y afganas, siguen percibiendo que la ayuda al desarrollo va destinada a otros objetivos que non son mitigar la pobreza, sino para contrarrestar a los insurgentes y para los cultivos de opio. Estos perjuicios en la ayuda al desarrollo se añaden, en contraste, a las ingentes cantidades de dinero que se destinan a las FF.AA. Un informe reciente del ACBAR, el organismo de coordinación de la ayuda humanitaria para Afganistán,  estimaba que actualmente los gastos militares diarios de EE.UU. en Afganistán son equivalente a 14 veces el importe medio de toda la ayuda al desarrollo que se gasta en un día, desde el 2001. Significativos importes de ayuda también van asignados a la presencia militar extranjera, concretamente, los Equipos Provinciales para la Reconstrucción (PRTs). Recientes informes apoyan estas preocupaciones, porque las diferencias en el desembolso de la ayuda no corresponde con las necesidades, sino más bien con la insurgencia.

Corresponder a los diferentes objetivos y a la inseguridad son puntos centrales en  proyectos visibles y de rápido impacto, que quieran ganar el apoyo público. Sin embargo, con frecuencia, ese apoyo queda mermado sólo con el mero apoyo de quienes ocupan el poder en ámbito local. Como estas iniciativas no están seguidas por programas a largo plazo y específicos, de hecho pueden incrementar la percepción de marginar, tanto en ámbito local como nacional.

Para las comunidades afganas, la ayuda y las promesas hechas con gran publicidad han creado grandes expectativas y confusión. Fallando por no responder a esas expectativas, las percepciones de  corrupción y las estrategias de desarrollo que se centran en agendas políticas, han fomentado la frustración y el resentimiento en las comunidades de todo Afganistán. 

La llama
da

Con la urgencia y la complejidad de la pobreza en Afganistán, Caritas Internationalis exhorta a los interesados nacionales e internacionales para que  se concentren ahora en mitigar la pobreza y promover la justicia social. Concretamente, les pedimos:

concentrarse directamente en mitigar la pobreza y promover la justicia social, respondiendo a las necesidades y utilizando las oportunidades, mayor coordinación de la ayuda humanitaria y al desarrollo, con iniciativas concordadas para armonizar la distribución de la ayuda al desarrollo y estableciendo prioridades, en la ayuda humanitaria; financiación concordada, para varios años, destinada a exhaustivos programas de desarrollo que fomenten el liderazgo y la confianza en las comunidades; mayor transparencia e incremento del seguimiento de la ayuda, incluyendo la evaluación del desarrollo y el proceso de reconstrucción, así como mecanismos y organizaciones para la implementación, que sean diseñados con determinados objetivos, incluyendo mitigar la pobreza y promover la justicia social; mayor coordinación y diseño de prioridades en la ayuda humanitaria para Afganistán.

Caritas Internationalis es una confederación de 162 organizaciones católicas para la ayuda humanitaria, el desarrollo y el servicio social, que trabaja para construir un mundo mejor en más de  200 países y territorios. Caritas opera sin tener en cuenta la religión, la raza, el sexo o la etnia de los beneficiarios de su ayuda  y es una de las mayores redes humanitarias de todo el mundo.

Caritas lucha contra la pobreza, la exclusión, la intolerancia y la discriminación. Lo más importante es fomentar el empoderamiento de los pueblos, con el fin de que participen plenamente en todos los asuntos que afecten sus vidas, realizando acciones de incidencia en su nombre, ante foros nacionales e internacionales. Caritas lleva décadas trabajando con comunidades afganas expatriadas.

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ZENIT Staff

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