"Caritas in veritate": Una encíclica para América Latina

Por Leonidas Ortiz, director del Observatorio Pastoral del CELAM

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

BOGOTÁ, sábado, 11 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el análisis que ha escrito el sacerdote Leonidas Ortiz , director del Observatorio Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) sobre la recién publicada encíclica de Benedicto XVI «Caritas in veritate» (CIV).

* * *

Cuando se publicó la «Populorum Progressio», todos los pueblos en desarrollo, vieron en esta carta de Pablo VI una espléndida forma de aplicar el Concilio Vaticano II, particularmente la Gaudium et Spes, a nuestra convulsionada realidad.

Lo mismo sucede ahora. En la Encíclica «Caritas in Veritate» vemos explícita la preocupación de Benedicto XVI por los países en desarrollo, y muy especialmente, por nuestra región latinoamericana y caribeña.

Veamos en qué forma responde la última Carta del Para a nuestra realidad.

1.   Frente al atraso de nuestros pueblos:

«la caridad en la verdad», impulsora de un auténtico desarrollo.

«La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad» (CIV 1).

2.   Frente a sistemas políticos endebles:

la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz.

Aunque no es necesario que el Estado tenga las mismas características en todos los sitios, Benedicto XVI, dentro de una visión articulada del desarrollo, pide, desde el punto de vista político, «la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz». (CIV 21).

Es urgente que el fortalecimiento de los sistemas constitucionales débiles vaya acompañado por el desarrollo de otras instancias políticas no estatales, de carácter cultural, social, territorial o religioso. (CIV 41)

3.   Frente a los conflictos internos y externos:

promover un diálogo sustentado en valores, escuchando la voz de las poblaciones interesadas.

Para que esos esfuerzos a favor de la paz produzcan efectos duraderos, «es necesario que se sustenten en valores fundamentados en la verdad de la vida. Es decir, es preciso escuchar la voz de las poblaciones interesadas y tener en cuenta su situación para poder interpretar de manera adecuada sus expectativas. Todo esto debe estar unido al esfuerzo anónimo de tantas personas que trabajan decididamente para fomentar el encuentro entre los pueblos y favorecer la promoción del desarrollo partiendo del amor y de la comprensión recíproca. Entre estas personas encontramos también fieles cristianos, implicados en la gran tarea de dar un sentido plenamente humano al desarrollo y la paz». (CIV 72)

4.   Frente una visión antropológica inadecuada:

una evangelización que promueva el desarrollo integral de la persona.

 «Toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre«. «El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones. (CIV 11)

5.   Frente a la crisis que viven nuestras comunidades:

una visión articulada del desarrollo y una nueva síntesis humanista.

Además de presentar la visión articulada del desarrollo que tenía Pablo VI (CIV 21), el Papa se refiere a la crisis por la que pasa el mundo de hoy, la cual requiere comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista.

6.   Frente al desprecio por la vida humana:

la apertura a la vida, la cual está en el centro del verdadero desarrollo

«La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca. Fomentando la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las necesidades de los que son pobres, evitar el empleo de ingentes recursos económicos e intelectuales para satisfacer deseos egoístas entre los propios ciudadanos y promover, por el contrario, buenas actuaciones en la perspectiva de una producción moralmente sana y solidaria, en el respeto del derecho fundamental de cada pueblo y cada persona a la vida». (CIV 28)

7.   Frente al ateísmo práctico, al fanatismo y al indiferentismo religioso:

afirmar la presencia de un Dios que es garante del verdadero desarrollo de la persona y de los pueblos.

«Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de «ser más»». (CIV 29)

«Aquí se hace indispensable la colaboración entre las diferentes religiones: «La religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La doctrina social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa «carta de ciudadanía» de la religión cristiana» (CIV 56).

8.   Frente a un desarrollo sin alma:

estimular la vivencia de un amor rico en inteligencia y de una inteligencia llena de amor.

«Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor. En efecto, «el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez». (CIV 30)

9.   Frente a la inequidad social:

dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad.

De América Latina se dice que es el subcontinente más inequitativo del planeta. Benedicto XVI afirma que «el desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad» (CIV 34). «Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave» (CIV 35). Urge una «apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión» (CIV 39).

10.      Frente a las graves distorsiones de la economía:

una ética financiera internacional y responsabilidad social de la empresa

La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona (CIV 45). Las dinámicas económicas internacionales están afectadas por graves distorsiones y disfunciones, que requieren también cambios profundos en el modo de entender la empresa. La gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia. (CIV 40)

11.      Frente al creciente fenómeno del desempleo:

fortalecer una política de un empleo decente para todos y todas

«Pero ¿qué significa la palabra «decencia» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer la
s necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación». (CIV 63)

12.      Frente a una globalización de corte neoliberal:

favorecer una integración planetaria de orientación personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia

«Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria». (CIV 42)

13.      Frente a la pobreza de los pueblos en desarrollo:

promover una cooperación internacional que tenga en cuenta la solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto

El Papa destaca la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y países altamente industrializados (CIV 49). La cooperación para el desarrollo no debe contemplar solamente la dimensión económica; ha de ser una gran ocasión para el encuentro cultural y humano. (CIV 59)

 «La cooperación internacional necesita personas que participen en el proceso del desarrollo económico y humano, mediante la solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto. (CIV 47)

14.      Frente al deterioro de la ecología:

se hace necesaria una alianza entre el ser humano y el medio ambiente

Eso comporta «el compromiso de decidir juntos después de haber ponderado responsablemente la vía a seguir, con el objetivo de fortalecer esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos». (CIV 50)

15.      Frente al fenómeno de los desplazados y de los migrantes:

tener en cuenta su cultura, sus valores y su contribución al desarrollo del país que los acoge

«Como es sabido, es un fenómeno complejo de gestionar; sin embargo, está comprobado que los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero. Obviamente, estos trabajadores no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza laboral. Por tanto no deben ser tratados como cualquier otro factor de producción. Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación». (CIV 62)

16.      Frente a los nuevos desafíos en la comunidad internacional:

promover la reforma la ONU y dar una voz eficaz a las naciones más pobres

«Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres». (CIV 67)

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación