Caritas Internacional advierte de la situación de las mujeres refugiadas

Tres millones están afectadas por crisis de larga duración

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ROMA, lunes 21 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Las mujeres refugiadas son especialmente vulnerables a los abusos de los derechos humanos en casos en los que han sido obligadas a dejar sus casas durante periodos largos. Caritas Internacional afirma que la comunidad internacional puede hacer mucho más por protegerlas de la violencia. Tres millones de mujeres están afectadas por crisis de larga duración.

“La comunidad internacional debe mostrar que la política asegurará protección [a los refugiados] tal como garantizan los tratados internacionales”, dijo Martina Liebsch, directora de Política de Caritas Internacional.

Existen unos diez millones de refugiados en el mundo actualmente. En tornos a dos tercios están atrapados por crisis de cinco o más años. Las mujeres son el 49%  de la población refugiada, lo que significa que unos tres millones se encuentran afectadas por crisis de larga duración. Frecuentemente huyen de conflictos en lugares como Colombia, Sudán, Irak y Afganistán. A menudo viven en lugares inseguros tales como campos improvisados sin protección.

“Las mujeres pueden ser víctimas de violencia en estos campos –dijo Martina Liebsch–. Son más vulnerables a los ataques dado que frecuentemente tienen que dejar los campos para buscar suministros básicos para sus familias, tales como leña y agua”.

Caritas afirma que proporcionar mejor seguridad en los campos es esencial, así como hacer más fácil a las mujeres informar sobre actos de violencia y tener acceso a procedimientos judiciales.

“Los programas de apoyo sobre supervivencia para las mujeres son un factor clave –dijo Martina Liebsch–. Si se da a una mujer la capacidad de proveerse a sí misma y a su familia en un entorno seguro, no se verá forzada a asumir riesgos saliendo fuera del campo”.

Caritas ha ayudado a 12.000 personas en Darfur, Sudán, poniendo en marcha centros que proporcionan actividades tales como fabricación de pan, confección de ropa y generación de ingresos con un molino de grano.

Caritas afirma que la experiencia práctica en campos de refugiados en Benin, África Occidental, muestra que proporcionar papeles de liderazgo a las mujeres mejora su seguridad. Les da una palabra en el modo de gestionar los campos y tener voz eleva su perfil. Las actividades de construcción de la paz entre las refugiadas y la comunidad que acoge puede también reducir las tensiones.

“El mejor modo de proporcionar seguidad es resolver la crisis misma de manera que los refugiados puedan volver a casa –concluyó Martina Liebsch–. Las alternativas son apoyar la integración en la comunidad de acogida o reasentarles en otro país. Lograr esto significa apoyar habilidades que entrenen a la gente para que pueda crearse una nueva vida”.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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