Carta pastoral del cardenal Obando sobre la misión

«¡Abrid las puertas a Cristo!»

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MANAGUA, 16 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Presentamos la carta pastoral «¡Abrid las puertas a Cristo!» que acaba de ser publicada por el cardenal Miguel Cardenal Obando Bravo, arzobispo de Managua.

* * *

A los Presbíteros y Diáconos.
A los Religiosos y Religiosas.
A los Sociedades de Vida Apostólica y Prelaturas.
A los Movimientos Laicales y Agentes de Pastoral.
A todos los hombres de buena voluntad.

«Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe: Y ¡ay de mi si no predicara el Evangelio!»(1 Cor. 9, 16).

Apreciados hermanos y hermanas en Cristo.

1- Hemos iniciado un nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento, tiempo que nos invita a la espera y a la esperanza, dado que Jesús quiere nacer en nuestros corazones y hay que estar preparados para recibirle. Dentro del año del Rosario, el Santo Padre nos ha dicho «Iglesia en América, tu vida es misión».

En la fiesta de Cristo Rey del Universo, enviamos los primeros 16,500 misioneros a todos los puntos de nuestra Arquidiócesis, hecho que marcó el inicio del Año Misionero, un tiempo de gracia que nos servirá como preparación del Segundo Congreso Americano Misionero, CAM2 y al COMLA7.

Origen de la Misión
2- Dios es el primer misionero, la misión es una acción de la Santísima Trinidad, pues «Dispuso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad…» ( ). La Sagrada Escritura atestigua que la voluntad de Dios es que «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». Santo Tomás de Aquino hablaba de las Misiones de la Santísima Trinidad, diciéndonos que la Misión del Padre es ser el creador, la Misión del Hijo es ser el Redentor y la Misión del Espíritu Santo es ser el Santificador. ¡Toda la Trinidad actuando a favor del hombre!

En los orígenes de la Iglesia, se evangelizaba a los paganos para ser bautizados, en la mañana de un nuevo milenio hemos de evangelizar a los bautizados, les debemos enseñar a amar a Jesús, a la Iglesia y a cada ser humano; a tener una fe viva, expectante y palpitante.

3- El Papa Pablo VI, de feliz memoria para nosotros, nos decía que la Iglesia «Evangelizadora, […] comienza por evangelizarse a sí misma […], tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor. Pueblo de Dios inmenso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos, necesita saber proclamar «las grandezas de Dios», que la han convertido al Señor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio» ( ).

«La evangelización misionera constituye el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a la humanidad entera en el mundo actual, el cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia» .

En la carta magna de la Evangelización Evangelii nutiandi, el Papa Pablo VI decía «Las palabras convencen pero el Testimonio arrastra», pues «el único evangelio que el pobre entiende es el testimonio» ( ) sin embargo, «No se da testimonio sin testigos, como no existe misión sin misioneros» ( ).

La responsabilidad de la Misión
4- «La tarea de la Evangelización descansa en primer lugar sobre el colegio de los Obispos en Comunión con el Sucesor de Pedro, pues para que colaborarán en su misión y continuaran su obra salvífica, Jesús escogió y envió a unas personas como testigos suyos y Apóstoles: «Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hech. 1, 8).

Pero en la expansión misionera de los orígenes de la Iglesia «junto a los Apóstoles encontramos a otros agentes menos conocidos que no deben olvidarse: son personas, grupos, comunidades […] La Iglesia primitiva vive la misión como tarea comunitaria, aun reconociendo en su seno a «enviados especiales» o «misioneros consagrados a los gentiles», como lo son Pablo y Bernabé.

Lo que se hizo al principio del cristianismo para la misión universal, también sigue siendo válido y urgente hoy. La Iglesia es misionera por su propia naturaleza ya que el mandato de Cristo no es algo contingente y externo, sino que alcanza al corazón mismo de la Iglesia» ( ).

Si la Iglesia es por naturaleza misionera y la Iglesia la formamos todos los bautizados, el bautismo que nos hace hijos de Dios y de la Iglesia, nos envía al mundo consagrados, ungidos para ser «sal y luz de la tierra» ( ). La confirmación ratifica con la efusión del Espíritu Santo este envío, por lo que ningún bautizado ha de considerarse excluido de esta misión por lo que exhorto a todos los fieles ha ¡abrir las puertas del corazón al Redentor! ¡Comunicad a Jesús a todos los hombres!

Condiciones necesarias del misionero

5- El misionero necesita tener cuatro condiciones esenciales para anunciar a Jesucristo:
a- Experiencia de salvación
b- Celo por el Evangelio
c- Atento a los signos de los tiempos
d- Testimonio

a- Experiencia de salvación

«No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hech. 4,20)

San Ignacio de Loyola decía «No el mucho decir harta y satisface el alma, sino el hacer las cosas que ha Dios agrada». El Misionero si bien necesita un conocimiento intelectual de lo que anuncia, ante todo debe tener una experiencia vital y profunda de aquel a quien anuncia, necesita «haber nacido de nuevo» (Jn. 3,3); necesita haberse encontrado con Jesús, haberlo experimentado en su vida, pues ante todo es un testigo del amor de Dios.

b- Celo por el Evangelio

«El celo por tu casa me consume» (Jn.2,17).

El celo por el evangelio es una pasión que posibilita que Jesús sea conocido y amado por todos; es un fuego amoroso que arde y que busca la propagación de la fe, que pone como centro de la vida a Cristo y al que le otorga la primacía de vida y al que subordina la conducta, la familia, la política, la economía y la sociedad.

c- Atento a los signos de los tiempos

«Yo soy el buen pastor y conozca a mis ovejas» (Jn. 10,14).

Si Jesús estaba atento a las necesidades y realidades de los suyos, el misionero debe estar atento a las realidades de aquellos a los que quiere acercar a Jesucristo, para que el evangelio penetre en las entretelas del corazón y en las profundidades de las realidades socio culturales. Ha de ser sensible a las situaciones de las personas, pueblos y culturas que evangeliza, pues quiere ofrecer una respuesta a esas necesidades, una salida a las vicisitudes que encuentra y proponer a quien es Camino que conduce al Padre: Jesús.

e- Testimonio

«Vivan una vida digna de la vocación a la que han sido llamados» (Ef. 4,1).

Jesús anunciaba el Reino del Padre; fue coherente con su vida hasta la muerte, pero el mensajero se constituye después de la Ascensión en el centro del mensaje; el predicador es predicado por los apóstoles y los creyentes, de modo que lo que cautiva la atención de las multitudes es el estilo de vida de los cristianos: «Miren como se aman» Era un amor que no permitía divisiones, disensiones ni necesidades. (Hech. 4,32-34) Era un amor actuante, que formaba parte de la vida de aquellos que habían aceptado al Señor de la Vida; su vida era ya un mensaje y su mensaje era respaldado por su vida. «El cristianismo no es una mera doctrina, es un estilo de presencia en el mundo».

El mensaje de la Misión: Jesús

«Id a todos los hombres y hacedlos discípulos míos» (Mc 16,13)

6- El S
anto Padre nos ha recordado en su mensaje del Domund del presente año que «La misión evangelizadora de la Iglesia es esencialmente anuncio del amor, de la misericordia y del perdón de Dios, revelado a los hombres mediante la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. Es la proclamación de la gozosa noticia de que Dios nos ama y que quiere que estemos unidos en su amor misericordioso, perdonándonos unos a otros […] ¡La misión es anuncio de perdón!» ( ).

¡Sólo el amor de Dios es capaz de hermanar a los hombres de cada raza y cultura! ¡Sólo el amor de Dios es capaz de hacer desaparecer las dolorosas divisiones, los contrastes ideológicos, las desigualdades económicas y los violentos atropellos que oprimen aún a muchos nicaragüenses!

El centro del anuncio de la misión es Jesús, el mismo que viene en los sacramentos que celebramos como perdón, como bálsamo y alimento.

María, estrella de la Evangelización

7- En este precioso tiempo en que los nicaragüenses honramos a la Bienaventurada Virgen María bajo su privilegio de ser La Inmaculada, ¡La Purísima! Invito a todos a invocarla continuamente con el rezo del Santo Rosario. Acertadamente la Virgen María es llamada Consuelo de los afligidos, salud de los enfermos, refugio de pecadores y vaso espiritual. Busquémosle continuamente para abrevar nuestra sed de Dios, y resonará en nuestras vidas su evangelio: ¡Haced lo que el les dice! (Jn. 2,5).

El Papa Pablo VI afirma que se podría salvar quien no haya escuchado la Palabra de salvación, pero duda seriamente que se puedan salvar quienes por negligencia no la hayan anunciado. ¡Ay de mi si no evangelizara!

Si en el juicio final se condenaran a los que hayan negado un vaso de agua al sediento, ¿qué sucederá a quienes hayan negado a Jesús, Agua Viva a los demás? ¡Ay de mí si no evangelizara!

Si en el juicio final se condenarán quienes hayan negado pan al hambriento, ¿qué sucederá a los que hayan negado el pan de la Palabra de salvación a los demás? ¡Ay de mí si no evangelizara!

Si en el juicio final se condenarán a los que no hayan vestido al desnudo, ¿qué sucederá a los que no hayan revestido de Cristo a los demás? ¡Ay de mí si no evangelizara!

Si en el juicio final se condenarán a hayan visitado a los presos, ¿qué sucederá con los que no hayan libertado a los presos por el pecado? ¡Ay de mí si no evangelizara!

Si en el juicio final se condenarán los que no hayan asistido a los enfermos, ¿qué sucederá con los que no hayan dado esperanza a los desesperados? ¡Ay de mí si no evangelizara!

Os invito a vivir este año como un tiempo de gracia y de misericordia de Dios con nuestra Arquidiócesis. Hago votos para que como el apóstol Pablo, nuestra vida sea ¡Anunciar a Jesucristo!.

+Miguel Cardenal Obando Bravo.
Arzobispo Metropolitano de Managua.

(1) Concilio Vaticano II, Constitución Dei Verbum, n.2.
(2) Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n.15.
(3) Juan Pablo II, Redemptoris Missio, n.2.
(4) Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n.21, 26, 41.
(5) Op, n.61.
(6) OP, n.62.
(7) Cfr. Redemptoris Missio, n.71.
(8) Juan Pablo II, Mensaje del Domund 2002, n.1 .

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ZENIT Staff

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