CIUDAD DEL VATICANO, 6 marzo 2003 (ZENIT.org).- Al conocer el caso de la niña nicaragüense de 9 años, embarazada tras ser víctima de una violación, la primera respuesta de la Santa Sede fue la de pedir que se haga lo posible por «confortar las inocentes víctimas de tan execrable suceso», así como ofrecer ayuda para defender a todas las vidas involucradas en el caso.
En la carta, enviada antes de que tuviera lugar el aborto, no se pide la publicación de un decreto de excomunión del obispo, que nunca se publicó, a diferencia de lo que ha informado la prensa.
Así se desprende de la carta que envió el 21 de febrero pasado el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, al cardenal Miguel Obando Bravo, arzobispo de Managua, antes de que tuviera lugar el aborto.
La misiva, según ha podido constatar Zenit al leer una copia, reconoce ante todo las consecuencias de la agresión sexual: «la crítica situación médica de esta niña y de su hijo aún no nacido (dada la tierna edad de la madre), el temor a las graves secuelas psicológicas, la profunda perturbación de la vida familiar».
A continuación, recuerda que «cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a la vida», de manera que «las penosas circunstancias de este embarazo, aun siendo graves y dramáticas –para emplear las palabras de la Encíclica «Evangelium vitae»– jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente».
La misiva pide por último «confortar las inocentes víctimas de tan execrable suceso, e iluminar las mentes y mover los corazones de todos aquellos que con su servicio a la vida pueden ser de auxilio en las presentes circunstancias».
La carta no sólo lleva la firma del cardenal López Trujillo, sino también la del obispo Karl Josef Romer, secretario del Consejo Pontificio para la Familia.
