Ceferino Namuncurà, joven indio argentino hacia los altares

Depositada en la Congregación para las Causas de los Santos la documentación

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 13 enero 2006 (ZENIT.org).- Después de Juan Diego, testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, la Iglesia católica podría tener un nuevo beato de origen indio.

El vicepostulador para la Causas de Beatificación y de Canonización del venerable Ceferino Namuncurà (1886-1905) ha entregado a la Congregación para las Causas de los Santos las actas del proceso diocesano sobre un milagro atribuido a su intercesión, informa la Agencia de Noticias Salesiana (ANS).

Comienza así la fase romana del proceso que debería llevar a la beatificación de Ceferino. El vicepostulador, don Dante Simón, estaba acompañado por el postulador general, don Enrico dal Covolo, por el colaborador de la Postulación, don Luigi Fedrizzi, y por dos hermanos argentinos: Luis Gallo, director de la comunidad «San Francisco de Sales» de la Universidad Pontificia Salesiana, y don Roque Cella, ecónomo de la misma Universidad.

«Mientras tanto en Argentina y en toda América Latina se continúan registrando testimonios de favores espirituales y ayudas físicas debidos a la intercesión de Ceferino», añade ANS. «De esta forma, poco a poco, la posibilidad de poderlo venerar en los altares se hace cada vez más concreta».

El rector mayor de los salesianos, don Pascual Chávez, en su audiencia al vicepostulador, ha deseado que el proceso sobre el milagro pueda concluir en breve tiempo y que Ceferino llegue pronto a estar entre los beatos de la Familia Salesiana.

Ceferino Namuncurà nació el 26 de agosto de 1886 en Chimpay (Pcia. de Río Negro), hijo de Manuel Namuncurá (cacique de la tribu Namuncurá) y de Rosario Burgos (una cautiva nacida en Chile).

A los 11 años fue a Buenos Aires «a estudiar para hacer bien a mi raza» (como solía decir), como alumno del Colegio Salesiano Pío IX. En febrero de 1903 entró al aspirantado salesiano en el Colegio San Francisco de Sales en Viedma.

Allí su salud, minada desde unos años antes por la tuberculosis (la enfermedad contra la cual la raza mapuche no tenía defensas), se resintió en forma extrema.

En el año 1904, juntamente con Mons. Juan Cagliero, viajó a Italia donde se esperaba pudiera encontrar la cura necesaria. Allí visitó en Turín la tumba de San Juan Bosco. En Roma fue presentado al Pontífice San Pio X; hizo un pequeño discurso en italiano y le ofreció un «quillango».

Continuó en Italia los estudios, en Turín y después en Roma. Pero el 28 de marzo de 1905 fue internado en el hospital Fate bene fratelli de la isla Tiberina, donde murió el 11 de noviembre.

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ZENIT Staff

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