Charlie, primer beato de Puerto Rico

Un laico cuya causa de beatificación ha sido promovida por laicos

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CIUDAD DEL VATICANO, 24 abril 2001 (ZENIT.org).- Este próximo domingo Puerto Rico contará con su primer beato, Carlos Manuel Rodríguez, más conocido como Charlie, un laico comprometido de por vida en el anuncio del humanismo cristiano en el mundo universitario. Se trata también de un caso único en la historia, pues su proceso de beatificación ha sido llevado adelante por laicos.

Será una auténtica fiesta para su país de origen. En estos momentos están llegando a Roma unos dos mil peregrinos puertorriqueños, junto a todos los obispos del país y muchos sacerdotes, religiosas y religiosos.

Charlie nació en Caguas el 22 de noviembre de 1918. Fue el segundo de cinco hermanos. Dos hermanas se casaron, una es religiosa carmelita y su hermano es monje benedictino.

Se dedicó por entero a Dios como laico al servicio de la Iglesia de Cristo. La comprensión de la Resurrección de Cristo cambió su vida: «Vivimos para esa noche», llegó a decir de la Vigilia Pascual.

Realizó su principal labor apostólica en el Centro Universitario Católico en Río Piedras. En este contexto fundó el Círculo de Cultura Cristiana, donde transmitió un pensamiento de perfecto equilibrio cristiano entre lo natural y lo sobrenatural, lo antiguo y lo moderno. En una descripción del Círculo escribió: «Necesitamos católicos despiertos al momento actual […] Católicos del presente, que sepan nutrirse del pasado, pero con los ojos puestos en el futuro».

Su enfermedad (colitis ulcerosa) no le permitió terminar sus estudios, en los que prometía descollar. Trabajó en labores de oficina en la Universidad de Puerto Rico, cargó que luego abandonó para dedicarse por completo al trabajo en el Centro Universitario Católico.

Vivió en un silencio heroico la enfermedad de colitis ulcerosa que comenzó a padecer a los 13 años de edad y que culminó en un cáncer terminal. En 1962, estando ya muy enfermo, dijo a su hermano monje: «Me voy a morir y no estoy preparado». A esto le siguió un período de oscuridad espiritual en el que sentía no encontrar al Dios al cual se había dado enteramente. Sólo unos días antes de su muerte encontró la paz de Dios. Murió el 13 de julio de 1963.

El postulador de la causa de beatificación, el padre Romualdo Rodrigo, en declaraciones a Radio Vaticano cuenta detalles curiosos y reveladores al mismo tiempo de su vida: «Cuando tenía nueve años, un perro furioso entró en casa y cogió del cuello a un primito suyo de un año para llevárselo. Charlie se lanzó contra el perro y luchó con él hasta que logró quitarle al niño. Ahora ese niño tiene 70 años. Cuando fui a Puerto Rico me enseño el cuello con la cicatriz que le dejó el perro cuando se lo llevaba. El enfrentamiento con el perro le procuró a Charlie una fuerte lesión que tuvo que soportar toda la vida y que al final degeneró en cáncer».

«Sufría diarrea continua por lo que no pudo acabar los estudios universitarios –añade el postulador–. Después del primer año, se retiró y se puso a trabajar. Todo lo que ganaba se lo daba a los pobres. Los universitarios con los que desarrolló su apostolado han sido los que han sacado adelante su causa de beatificación».

En efecto, al difundirse cada vez más su fama de santidad, un grupo de laicos del Centro Universitario Católico de Puerto Rico que él fundó pidió la apertura del proceso de beatificación, que fue instruido en la diócesis de San Juan de Puerto Rico el 8 de diciembre de 1992. Se cerró el 1 de junio de 1993. El 7 de julio de 1997 el Papa promulgó el decreto de sus virtudes heroicas.

«Al elevarlo este domingo al honor de los altares –ha dicho el informativo internacional de Radio Vaticano–, Juan Pablo II ofrece a los jóvenes de Puerto Rico y de todo el mundo un insigne modelo de apostolado laical».

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ZENIT Staff

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