Chile: multitudinaria eucaristía enla Fiesta de la Inmaculada Concepción

A lo largo de la jornada, casi cuarenta mil fieles acudieron a la Virgen del Cerro para expresar su devoción a María

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En la cumbre del cerro San Cristóbal, a los pies de la Virgen, cerca de cinco mil peregrinos asistieron a la eucaristía presidida por monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago, por la Fiesta de la solemnidad de la Inmaculada Concepción.

La llegada de peregrinos comenzó a las seis de la madrugada y continuó hasta las seis de la tarde. A lo largo del día se celebraron diez eucaristías en el Santuario. En total, unos cuarenta mil fieles expresaron su devoción mariana.

“¡Oh María!, durante el bello mes a ti consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu Santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos”, fue la oración que resonó en la cumbre del cerro y se hizo extensiva hacia toda la ciudad.

Durante la homilía de la eucaristía del mediodía, celebrada por monseñor Ezzati afirmó que “aquí a los pies de la Virgen, le queremos decir que ella sea la Madre de todos los que viven en Santiago, que desde este lugar de peregrinación y de espiritualidad, ella acoja siempre a todos los peregrinos, que acoja con su mano materna los latidos de nuestro corazón, que pasen por su corazón de madre, y que con la otra mano lo entregue a la bondad, a la misericordia de Dios”.

Asimismo señaló que “a la Virgen Inmaculada, Madre de nuestra Iglesia, de todo el pueblo de Santiago, le queremos encomendar el presente y el futuro de nuestra ciudad, que ella nos enseñe a ser hermanos, a ser hijos de Dios y porque hijos de Dios, también hermanos que saben compartir, que saben de solidaridad, que saben tener siempre el corazón abierto para perdonar, para acoger y para construir el mundo nuevo que ha brotado en el seno de la Virgen, gracias a la acción del Espíritu Santo, y que es Jesús hecho hombre que nos ha salvado y que nos invita a continuar su obra en este tiempo”.

Haciendo referencia al pasaje del Génesis de la liturgia del día, observó que “como la soberbia humana, la insidia del demonio introduce en el corazón del hombre y de la mujer aquella tentación de sentirse iguales o superiores a Dios: ‘si comen del árbol’, dice la serpiente, ‘serán como Dios’”.

Al respecto, el arzobispo recordó que “el pecado no solamente nos separa de Dios, el pecado siempre tiene la cualidad o el defecto grave de separarnos entre nosotros. El diablo, que quiere decir ‘el tentador’, áquel que quiere separar, que quiere romper la comunión, está presente en esta primera escena como áquel que se presenta de una manera maravillosa engañando a la humanidad”. Y se preguntó “¿no será que en esta sociedad nuestra, en esta cultura emergente, el deseo de ser dioses, de sustituir el amor de Dios con nuestro egoísmo, con nuestro ser dioses, con el dios que nos presenta el demonio, nos quita también la dignidad de estar revestidos del amor de Dios?»

Sin embargo, afirmó monseñor Ezzati “también hoy día el Señor hace presente su profecía: ‘Una mujer te aplastará la cabeza, el descendiente de esa mujer es el único que nos puede salvar, es la esperanza que se nos ofrece constantemente para alcanzar una vida personal y social de gozo, de plenitud, de esperanza”.

Concluyendo, se detuvo en el texto del Evangelio de Lucas que presenta “la nueva Eva, la nueva mujer, la nueva Madre de la humanidad, aquella que es obediente al proyecto de Dios, aquella que cree en la palabra de Dios, aquella que cree que de verdad el futuro personal y el de una sociedad solamente se puede construir diciéndole con humildad a Dios: ‘aquí estamos, aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra'».

Al finalizar quiso recordar el nuevo ciclo en el que entrará la arquidiócesis. “Dentro de algunos días la Iglesia de Santiago va a iniciar la gran Misión Territorial, que quiere llevar a nuestra sociedad, a nuestros hermanos, a aquellos que están lejos, a aquellos que no han conocido todavía el gozo de vivir en comunión con Dios el Evangelio de Jesús”, explicó el arzobispo.

La celebración que ha concluido con el Mes de María ha formado parte de la campaña de oración y ayuda solidaria “Todos Somos Filipinas”. Impulsada por la Pastoral Social Cáritas, la iniciativa invitaba a realizar en todas las parroquias del país una colecta especial al finalizar las misas del sábado 7 y domingo 8 de diciembre, cuyos recursos se destinarán a las familias y comunidades afectadas por el tifón Haiyan, a través de la red de Caritas Internacional.

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ZENIT Staff

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