China pierde un maestro y evangelizador en la cárcel, el obispo de Yantai

El padre Bernardo Cervellera recuerda a monseñor Giovanni Gao Kexian

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ROMA, lunes, 13 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Cuando el sábado pasado la Santa Sede difundió la noticia de la muerte en una prisión china –a finales de agosto– del obispo de Yantai, monseñor Giovanni Gao Kexian, confirmó también con ello la consagración episcopal del que hasta entonces sólo se sabía que era sacerdote.

En una nota, la Santa Sede pidió la liberación de los numerosos obispos y sacerdotes arrestados en la República Popular China y denunció que algunos de ellos morían entre rejas sin que se supiera nada de ellos.

Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, reveló igualmente que «sólo ahora» la Santa Sede había tenido conocimiento de varios de los arrestos que tuvieron lugar hace ya un mes (Cf. Zenit, 12 de septiembre de 2004).

«La Santa Sede no tiene noticia de los motivos de estas medidas represivas –subrayó–. Si las nuevas noticias que han llegado son verdaderas, nos encontraríamos, una vez más, ante una grave violación de la libertad de religión, que es un derecho fundamental del hombre».

Navarro-Valls revelaba asimismo que el Vaticano había sabido que «a finales de agosto falleció en la cárcel monseñor Giovanni Gao Kexian, obispo de Yantai (provincia de Shandong), a los 76 años».

«El cuerpo del prelado fue entregado por la policía a sus familiares. Monseñor Gao estaba encarcelado desde finales de los años noventa y no se tenían noticias de él desde hace tiempo», explicó.

El hecho de que el prelado –«hombre tímido y reservado» cuyo nombre se añade a la lista de «quien ha dado al vida por Cristo en China»– muriera «en una prisión desconocida en el norte» del país y que los familiares recibirán sus restos «sin ninguna explicación» fueron puntos que destaca el padre Bernardo Cervellera director de la agencia AsiaNews.

Monseñor Gao «vivió en clandestinidad la mayor parte de su vida»: «sólo ahora, a su muerte, ha sido oficialmente revelado por el Vaticano que había sido consagrado obispo», subraya.

De hecho «cuando fue detenido en 1999, las crónicas de entonces le definían como laico, o como mucho un sacerdote, para evitar que contra él se abatiera la persecución legalizada de la seguridad pública. Sólo hace tres años se empezó a decir que era el obispo de una diócesis de Shandong», explica el sacerdote del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME).

Según recuerda el padre Cervellera, monseñor Gao creció en la fe católica entre los cristianos de la comunidad «clandestina» de Hebei, donde se registra la mayor concentración de católicos en China.

Allí se calcula que hay 1,5 millones de fieles «en su mayoría clandestinos, culpables a los ojos del gobierno de querer practicar la libertad religiosa –garantizada en teoría por la Constitución china– sin el control puntual y tedioso de los guardias y de la Asociación patriótica», denuncia.

Monseñor Gao durante décadas vivió como «sacerdote clandestino».

«Para escapar a las detenciones cambiaba frecuentemente de residencia –cuenta el padre Cervellera–. Por algún tiempo fue profesor de uno de los seminarios clandestinos de Hebei: casas de campo, donde estudiantes y profesores deben esconderse de los ojos indiscretos de la gente y de la policía» y «donde los pobres seminaristas y sacerdotes deben vivir de la caridad de los fieles tan pobres como ellos».

«Gao Kexian fue ordenado obispo en 1993 –detalla–. Por un tiempo trabajó en Hebei, y de ahí fue instalado en la limítrofe diócesis de Yantai, en el norte de Shandong. Es una zona muy pobre de la que los campesinos se ven obligados a emigrar a las ciudades de la costa para encontrar trabajo».

La diócesis de Yantai desde 1894 a 1949 fue confiada a los franciscanos. En 1949 tenia unos 12 mil fieles. Actualmente cuenta con más de 30 mil.

Es en esa zona, «con poquísimos sacerdotes», donde «monseñor Gao evangelizó hasta octubre de 1999».

«Su detención tenía sólo un motivo: el rechazo a inscribirse en la Asociación patriótica para formar una Iglesia nacional, separada de Roma», alerta el padre Cervellera.

George W. Bush, en su viaje a Pekín en 2002, «pidió a Jiang Zemin su liberación. Y en cambio monseñor Gao ha muerto en prisión», como otro obispo, «monseñor Giuseppe Fan Xueyan, secuestrado y muerto bajo tortura el 13 de abril de 1992», concluye.

Actualmente en Shandong hay tres diócesis sin obispo: Yantai, Weihai y Heze.

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ZENIT Staff

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