China quieren repatriar por la fuerza a cinco mil personas de Hong Kong

Denuncia del padre Mella, misionero del PIME

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HONG KONG, 2 mayo 2002 (ZENIT.org).- Cerca de cinco mil chinos, hijos de ciudadanos de Hong Kong, nacidos en China continental, corren el riesgo de ser repatriados forzosamente a China y de ser separados definitivamente de su familia.

El Derecho de Residencia al que se apelan, sancionado por la Constitución de Hong Kong y sucesivamente reconocido por una sentencia del Tribunal Supremo, les ha sido negado por una reinterpretación de la normativa hecha por el Parlamento de Pekín, a petición del Gobierno de la ex colonia británica, con una forzatura jurídica que muchos juzgan un peligroso precedente para la
autonomía de Hong Kong.

Tras meses de protestas y batallas legales, el caso ha salido de las fronteras locales. Una subcomisión para los derechos humanos de la ONU escuchó el lunes en Ginebra a una delegación de ocho personas llegada de Hong Kong para ilustrar el argumento.

El padre Franco Mella, misionero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), desde hace 28 años en Hong Kong, entre los promotores de las iniciativas de solidaridad a favor de los peticionarios del derecho de residencia, que ha ido a Ginebra, es modestamente optimista.

«Hemos expuesto los hechos y hablado largamente con la presidenta de la comisión, la filipina Virginia Bonoan-Dandan –declara el misionero a la agencia misionera Misna. Existe la voluntad de intervenir en un caso que ya ha asumido contornos de emergencia. No nos corresponde a nosotros indicar las vías: la comisión valorará los pasos más oportunos al Gobierno de Hong Kong».

A finales de marzo el padre Mella ha estado entre los promotores de una huelga de hambre, de diez días, en Hong Kong, por partes de Iglesias cristianas y organizaciones civiles, en protesta contra la decisión del Gobierno de proceder a la repatriación forzosa.

A dos de ellos, Chen y Li, les bautizó la noche de Pascua. En muchas ocasiones, el padre Franco Mella ha alzado la voz y ha hecho ayunos públicos para pedir justicia en una de las tantas «causas» que lo han visto alinearse con los más necesitados.

Milanés, nacido en 1948, el padre Mella durante diez años ha vivido, junto a Franco Cumbo, también misionero del PIME, con la gente de las barcas de Hong Kong. La mayor parte de los años noventa la ha pasado en China, uniendo a la enseñaza del inglés con la ayuda a los desheredados. Desde 1999, está activamente comprometido en apoyar la causa de quienes solicitan el derecho de residencia.

Desde el mes del fatídico 31 de marzo (fecha en la que terminó el permiso de estancia), hasta ahora unos 30 inmigrantes han sido repatriados. En días anteriores a esa fecha, que coincidió con la Pascua, se temían redadas de expulsión. Monseñor Joseph Zen, obispo coadjutor de Hong Kong había ofrecido la catedral como refugio, pero esta propuesta no fue necesaria.

Un caso emblemático es el de Cheung Hoisang, de 25 años, minusválido mental, deportado a China el 23 de abril, a pesar de la huelga de hambre del padre Mella. Sus padres se han visto obligados a ir a China continental para atenderlo, pero a causa de su delicada situación económica, tendrán que volver a Hong Kong y por tanto pedir a alguien que se ocupe de su hijo.

Lamentablemente, dicen el misionero «Hong Kong es cada vez más una ciudad sin corazón, atenazada entre el miedo y el egoísmo».

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ZENIT Staff

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