Ciclón en Cuba

Un artículo publicado por ZENIT sobre el ciclón que arrasó zonas de la diócesis de Santiago de Cuba quedó cortado en el envío del 12 de noviembre (http://www.zenit.org/article-43594?l=spanish). Pedimos disculpas a la autora y a los lectores, y lo incluimos completo de nuevo en esta edición.

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Por Araceli Cantero Guibert

SANTIAGO DE CUBA, lunes 12 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Dos semanas después del paso del ciclón Sandy, algunas zonas de Santiago de Cuba recuperaban el tendido eléctrico y con la vuelta de la electricidad al obispado y a otras zonas han empezado a circular informaciones más detalladas sobre la tragedia vivida desde el paso del huracán que azotó la zona en la madrugada del 25 de octubre.

“Seguimos sin luz, afirmaba el padre Valentín Sanz en un correo electrónico del 8 de noviembre. “Tampoco tengo teléfono, ni puertas, ni muro del patio, ni cocinera”, explicaba el sacerdote cubano párroco de la iglesia de San Francisco, en Santiago de Cuba, que ha quedado prácticamente derrumbada. En un correo electrónico, a amistades y conocidos, el sacerdote indicó que “la lluvia torrencial días después terminó de dañar lo que Sandy no había estropeado”. El sacerdote recorría su parroquia, o lo que queda de ella, con un casco de moto sobre la cabeza mientras revisaba los desperfectos de cada día y las inundaciones de las viviendas, todas sin techo.

Para poder comunicarse el padre Sanz tiene que desplazarse, recargar la batería del portátil en algún lugar con electricidad y buscar dónde enviar los correos.

El obispo emérito de Melo, Uruguay, monseñor Luis del Castillo Estrada SJ, lo hace desde un hotel. Él lleva dos años como misionero en Cuba y ha enviado una descripción de la situación a la Conferencia Episcopal de su país.

«Santiago está totalmente destruida. Todos los techos de tejas o de chapas han volado”, escribía el obispo cuatro días después del paso de Sandy. “Los árboles arrancados de cuajo han caído sobre las casas o en medio de las calles. No hay energía eléctrica ni teléfonos. Escasea el agua y las posibilidades de cocinar. Faltan alimentos y no hay refrigeradores para conservar lo poco que queda”.

En otro correo electrónicoel religioso cubanoOsvaldo Morales decía: “Gracias a Dios, estamos vivos, pues hay quienes ya no lo están. La ciudad entera parece como arrasada, desbaratada, destruida. Es algo horrible y ya llevamos una semana”.

El religioso de los Hermanos de la Salleindicaba que “nadie pensó lo que iba a suceder, pues nos habían dicho esa misma noche que era de categoría 1 y que pasaría al oeste de la bahía, a unos cuantos kilómetros de distancia, con mucha lluvia después de su paso”. Pero nada de eso fue así. Sandy impactó a la ciudad con vientos superiores a 175 kilómetros por hora, provocó la muerte de once personas y dejó miles de casas destruidas, severos daños en los servicios eléctricos, telefónicos y de comunicaciones. También causó destrozos en los cultivos. Y aunque a los Hermanos de la Salle no les pasó nada más que el susto, la casa sí sufrió. La cornisa que adornaba el frente de la casa, se fue cayendo, sobre el techo de la antigua sala y se mojaron prácticamente todas las computadoras que servían para las clases.

Como todos los vecinos, los hermanos tuvieron que ir tirando todos los desechos para el medio de la calle, que ha quedado interrumpida.

A Santiago han llegado brigadas de trabajadores de todas las provincias no afectadas que cortan árboles caídos, y limpian calles pero “los destrozos son increíbles. No recuerdo haber visto a Santiago en estas condiciones”. El hermano Morales, describela situaciónde “un agua, sucísima, la gente sin dinero, los precios aumentando en lugar de bajar, la gente por las calles a montones buscando qué comer, dónde conseguir pan, los primeros días, algo que mejora, tremendas colas para cualquier cosa, y los molotes de gente que gritan, pelean, se empujan, etc, etc. por llegar antes de que se acabe cualquier cosa que quieran comprar. En fin, un caos”.

Indica que “continuamente pasan por aquí personas contando sus tragedias y pidiendo ayuda. Y realmente por más que se quiera, no se puede atender a todo el mundo, y todos nos quedamos entonces más tristes. La Iglesia está haciendo proezas para buscar y brindar ayuda. Pero no se trata de una o dos personas, sino de millares”.

El sábado 27 de octubre, el arzobispo Dionisio García Ibáñez reunió a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas para estudiar la situación y precisar la actuación. Todo cuanto él tenía en el arzobispado de comida, y enseres lo distribuyó de inmediato; se han pedido las listas de las personas en situación más crítica en cada comunidad y ya se les va llevando algo. Acaban de llegar sacos de carbón para los que no tienen ni gas ni leña para cocinar.

El 31 de octubre se reunió en La Habana el comité permanente de la Conferencia de Obispos Cubanos para analizar la situación después de Sandy con informes de los obispos de Santiago de Cuba y Holguín las regiones más afectadas por el ciclón».

El secretario ejecutivo monseñor José Félix Pérez indicó que ya se han dado ya ofrecimientos de ayuda de Caritas Internacional y del Catholic Relief Services, la agencia humanitaria de los Obispos de Estados Unidos, y de otros países, así como de algunas congregaciones religiosas y obispados del exterior, entre ellos la Arquidiócesis de Miami.

Indicó que «sería de desear que se pueda disponer de un permiso de importación sobre todo para traer materiales de construcción”. Siete días despuésEl Gobierno de Cuba anunció que entregará subsidios y créditos a largo plazo con bajos tipos de interés para la reconstrucción de viviendas afectadas por el huracán.

El Gobierno dijo que el presupuesto del Estado realizará una bonificación del 50 por ciento a los precios vigentes de los materiales de construcción que serán vendidos a las familias damnificadas. Esta medida cobra vigor el 12 de noviembre en las provincias de Holguín, Santiago y Guantánamo.

El 85% de los templos de Santiago de Cuba fueron dañados por el huracán, según el Arzobispado.

En una conversación telefónica, el arzobispo, Mons. García Ibañez indicó que la Arquidiócesis tiene ya un plan de acción que prioriza: no interrumpir la labor pastoral, resolver primero lo mas sencillo y urgente y tener en cuenta el valor patrimonial de algunos edificios. La Arquidiócesis trabaja con Caritas Cuba y con diócesis hermanas que han brindado su apoyo. Las necesidades son grandes y el Arzobispo apela y agradece la solidaridad de quienes puedan ayudar

Para información: economia@arzsantiago.co.cu.

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ZENIT Staff

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